El principito, entonces, no pudo contener su admiración:
--¡Qué hermosa eres!
--¿Verdad?-respondió suavemente la flor-. Y he nacido al mismo tiempo que el sol...
El principito advirtió que no era demasiado modesta, ¡pero era tan conmovedora!...
En el curso de mi vida he conocido a muchísima gente seria. Viví mucho con personas grandes. Las he visto muy de cerca. No he mejorado excesivamente mi opinión. Cuando encontré alguna que me pareció un poco lúcida, hice la experiencia de mi dibujo número 1, que siempre he conservado
Quería saber si era verdaderamente comprensiva. Pero siempre me respondía: "Es un sombrero" Entonces no les hablaba ni de serpientes boas, ni de bosques vírgenes, ni de estrellas. Me ponía a su altura. Le hablaba de bridge, de golf, de política y de corbatas. Y la persona grande se quedaba muy satisfecha de haber conocido a un hombre tan razonable.
Antoine de Saint-Exupéry. El Principito
Fue este librito uno de los primero libros de lectura que mi abuela me regaló siendo yo muy pequeña. Tan pequeña era que cuando lo tuve en mis manos lo primero que buscaba en él eran los dibujos. Luego con mi lectura tan primeriza de niña pequeña casi deletreando que no me enteraba de nada. Ya lo entenderás, decía mi abuela, cuando seas mayor. Y ahora he comprobado que cuánta razón tenía mi abuela. ya que , además, este libro está dedicado a todos aquellos que no han perdido en el camino de la vida al niño que fueron.
Cayó suavemente, como cae un árbol.
"¿Qué habrá pasado en el planeta? Quizá el cordero se comió la flor..."
Es un gran misterio. Para vosotros, que también amáis al principito, como para mi, nada en el universo sigue siendo igual si en alguna parte, no se sabe dónde, un cordero que no conocemos ha comido, sí o no, a una rosa...
--Mirad al cielo. Preguntad: ¿el cordero, sí o no, se ha comido la flor? Y veréis como todo cambia...
¡Y ninguna persona grande comprenderá jamás que tenga tanta importancia! "
Siempre me ha planteado dudas este libro en cuanto a que es infantil, de su lectura se pueden extraer observaciones profundas sobre la vida y la naturaleza humana que un infante dudo que observe.
ResponderEliminarSaludos
Sí, yo creo que son lecciones de vida desde el punto de vista que se lo explicaríamos a los niños. Cosas bien sencillas con un trasfondo profundo, como la vida misma.
EliminarSaludos.
el principito es el principio de todo
ResponderEliminarLas cosas nacen y mueren en ese libro. Sí.
EliminarVaya párrafo... se me ha venido a la mente el momento en que encuentra todo un campo lleno de rosas, ¡qué libro! Imprescindible leerlo de pequeño y de mayor. Besos :)
ResponderEliminarComo el tema de la vestimenta ¿recuerdas?
EliminarLa identidad se le atribuye por el traje...
Besos.
No quiero saber qué pasó entre la rosa y el cordero, si lo pienso desde mi perspectiva de adulta, solo me cabe una respuesta y prefiero seguir creyendo que otra opción es posible,
ResponderEliminarUn beso
La vida está llena de contradicciones, y somos nosotros los que nos asombramos...
EliminarUn beso.
Algunos libros infantiles tiene doble lectura y por eso nos gustan a los mayores, pregúntale a un niño cuando lo ha leído y su interpretación te sorprenderá. Saltos y brincos
ResponderEliminarA veces la conclusión de un niño tiene más enjundia que la nuestra.
EliminarSaltos y brincos.
Yo hubiera dicho que se trataba de la silueta del Monte Uluru.
ResponderEliminarHay tantas cosas que aún no conocemos...y nos creemos (nosotros) el ombligo del mundo...
EliminarUn beso.
Sí, yo mismo soy -a veces- un engreído. ¿Estás enfadada, Mar?
ResponderEliminarBeso T.
Que va...nadie tiene el poder de enfadarme si yo no quiero...
Eliminarbeso, otro.
No sé... es un libro que todo el mundo adora y a mí en cambio ni fu ni fa...
ResponderEliminarNi de pequeño, ni de grande.
Besos.
No a todo el mundo le gusta. Tiene sus detractores como todos los buenos libros...
EliminarBesos.
A mi me pareció un libro precioso y con un doble sentido muy sutil.
ResponderEliminarLo he vuelto a leer varias veces mas.
Besos.
Lunna.
Entonces igual que me pasa a mi, que lo leo y cada vez le saco algo nuevo.
EliminarBesos.
Me encanto tu exposición, pero del principito no puedo decir nada porque solo lo he leído una vez y ya no lo recuerdo, tendré que volver a leerlo, aunque en mis momentos de esparcimiento ya prefiero observar, que leer. Cosas de la edad... jajaja.
ResponderEliminarMe encantó pasearme por tu blog, ah, y la imagen de la amapola es una belleza.
Un abrazo.
Hola, Elda, pues me ha encantado que te hayas acercado a ver este blog. Y si te gusta observar más que leer creo que te gustarán las imágenes que irás descubriendo por aquí...
EliminarUn abrazo.
Marián me he equivocado de entrada y mandé un comentario a un post en donde se veía una escultura erótica medieval (un canecillo), con toda probabilidad de la iglesia de Cervartos, en Cantabria.
ResponderEliminarMe contraría que se haya perdido. ¿Hay manera de recuperarlo?
Gracias.
No se ha perdido, está donde tiene que estar.
EliminarP.D. Una sugerencia: no creo que sea bueno para ti tanto estrés.
De nada.
Nada de estrés ni niño muerto. Mi verbo discurse manso como lluvia de Abril en Lebrija. Cosa bien distinta es que alguien se desasosiegue leyendo alguna de mis cosas.
ResponderEliminarTe quiero mostrar, Mar, alguna de mis cartas y confesarte que nada de cuanto ha llegado a tus antenas tiene desperdicio para mí. Me explico: forma parte todo ello de un ensayo literario, de una prospección en campo desconocido, de una actitud puede que inocentemente provocadora dentro del género erótico. Y no lo hago a humo de pajas (con perdón) sino que me ha sido muy útil esta -quizás desmañada- aproximación mía a ese filón para perpetrar un libro de relatos. Sin que me haya fijado particularmente el interés, conozco la obra de Apollinaire, Sade, Diderot, Giacomo Casanova..., y un largo etcétera de escritores que han tenido alguna vez el ámbito de lo sexual como referente... Casi siempre con calidad y hasta con una delicadeza que hacía que lo que en manos de torpes fueran escabrosidades, rozaran con ellos la poesía.
Claro que la procacidad está acechando siempre; "Les Onze Mil Verges" de Apollinaire llega a caer en ese defecto, pero entre tanta broza siempre destella una rosa, como en los basureros de Calcuta. Porque G.A. es inmenso..
Así que no se extrañe alguno si un día, leyendo un libro de relatos cortos (o largos, o micro, o...) tiene una vaga sensación de dèjá vu. Y hasta de que le llaman por el nombre.
En cuanto a que el relatillo perdido esté en donde le cuadra..., pues que disiento: ni este ni ningún otro de los míos anteriores estuvo en el lugar que merecía. Quiero decir que acostumbran a volar un poco más alto. Lo que pasa es que uno es muy sencillo.
Sin ninguna acritú.