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Es preciso llevar algún caos dentro de sí para poder engendrar estrellas danzarinas. Nietzsche.

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No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, desde luego. Pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría. Hermann Hesse.

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¡¡Déjame con la boca abierta!!

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Si la personalidad humana no adquiere toda su fuerza, toda su potencia, entre las cuales lo lúdico y lo erótico son pulsiones fundamentales, ninguna revolución va a cumplir su camino. Julio Cortázar

sábado, 8 de julio de 2017

A relajarse toca...


Y...
Mejor así...si se puede...

Lo cotidiano...


A veces se pone una a escribir y empieza a contar las cosas más absurdas.

Pongamos que la vida está llena de acontecimientos que no sabemos contar...

Pero también de todo lo cotidiano que no tiene ninguna importancia.

Aún así, una siente la necesidad de escribir sin medida. Contar las cosas sin importancia como si nos fuera la vida en ello. Y a veces me pregunto: ¿ por qué escribo estas nimiedades? ¿ para qué sirven todas esas cosas que he podido ver en cualquier parte, o que han permanecido almacenadas en mi cerebro y por alguna razón afloran ahora como en un sueño olvidado?

Y no encuentro explicaciones... ni razones...

Ni tampoco veo que el pasado esté lleno de razones, porque no siempre el pasado tiene razón. Y lo que quizás esté por venir haya que pensar que esté lleno de razones. ¿Y el presente? ¿Por qué ha de tener razón el presente o por qué ha estado siempre equivocado el pasado?

A veces pienso también en esta osadía mía, presuntuosa tal vez, haciendo reflexiones sobre lo que escribo y que si lo que siento sirva para algo. Pero mientras pueda escribir algo, algo con el único consuelo de contármelo a mi misma...una y otras vez... esas cosas que siento...Y tengo alguna vez la sensación de escribir sólo y únicamente para romperlo, para arrojar mis letras al fuego sin ni siquiera leerlo. Pero ¡quién sabe! cuando las últimas páginas ennegrecidas crepiten, acaso nazca un hechizo y nazcan nuevamente mis ganas de escribir para contarlo...y contar mis sensaciones más íntimas...y quien sabe si para la complacencia de todo aquél que lo leyera....

Hasta la vista.


martes, 4 de julio de 2017

Esas malditas secuencias de pecado...


Me tientan las tentaciones...la carne del pecado...

Cuando sientes el arañazo de la tentación...es porque algo te atrae muchísimo...(obviedad sin florituras ni poesía).

Por ejemplo,  estás a punto de irte a la cama, es casi una hora intempestiva, y vas a la cocina y te da por abrir el frigo...¡allí está! el suculento pastel casi entero y que has dejado para mañana. Y sin pensártelo dos veces, lo sacas y te pones en un plato un buen trozo. ummmm...¡está buenísimo! y te relames los labios y te chupas los dedos... así que vuelves  a contemplar lo que queda del pastel...¡y te apetece tanto otro trozo más!...Sabes que no te conviene,  que no te sentará bien,  pero no te resistes a la tentación que te atrae hacia ese pastel....


Y así estamos hechos, sometidos constantemente al zarpazo de la tentación...

Y como en el Paraíso...que se dejaron tentar por el susurro seductor del demonio de la carne...de la manzana...y que por muy cargados de fe que estuvieran...la tentación de probar la fruta les atraía como un imán....

Y es que nadie está libre de ese deseo de la tentación...hasta los más seguros de su fe, como el mismo Jesús en la soledad del monte...que demostró que estaba hecho del mismo tejido...de la misma carne... y llamó a Miriam de Magdala, para que le consolara...y en ese viaje de placer...que como nosotros, tendrá muchos a lo largo de su vida... Incluso experimentará la tentación de desconfiar de su Padre...Y sufre...porque la carne es débil y no hay una fuerza ajena ni espiritual que sea más fuerte que el deseo de la carne...


sábado, 1 de julio de 2017

Para la libertad...


Desde siempre las mujeres han sido tratadas por los hombres como pájaros extraviados, caídos de no sé qué cielos desconocidos, como criaturas más delicadas, más dulces, más frágiles, más extrañas, más salvajes... y más llenas de amor que ellos; pero también como alguien que hay que meter en una jaula para impedirles que vuelen...