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Es preciso llevar algún caos dentro de sí para poder engendrar estrellas danzarinas. Nietzsche.

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No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, desde luego. Pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría. Hermann Hesse.

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¡¡Déjame con la boca abierta!!

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Si la personalidad humana no adquiere toda su fuerza, toda su potencia, entre las cuales lo lúdico y lo erótico son pulsiones fundamentales, ninguna revolución va a cumplir su camino. Julio Cortázar

domingo, 30 de enero de 2011

La Inmortal


No es Ella una desconocida,
aunque guarda las distancias.
Mejor así.
Tiene sus extravagancias,
caprichosa, cruel.
A veces cortés, otras intransigente,
inesperada otras veces.
Dulce, atenta, laboriosa, diligente.

Depende de su contabilidad.
A veces trae las cuentas al día,
otro día se sienta en paciente espera.
Puede ser elegante,
e inesperadamente se esmera.
Hasta que tú
la invitas a que te de la mano.
Entonces se acerca,
te inunda con su gélido viento
y te deja fría,
sola, blanca, sin aliento.

Inerte como las estrellas muertas,
cósmica estela
agujero negro y se va
con sus vientos a otras puertas,
con sus cronologías a poniente.
Ella es por tiempo indefinido
Ella es inmortal.
¡Ella es imponente¡

viernes, 21 de enero de 2011

Hombres...


He recordado en estos días a algunos de mis primeros novios. Recuerdo que en algún momento del pasado quise confeccionar una lista con las características que debía poseer mi pareja, pero más tarde lo taché y olvidé la lista. Hace poco se lo comenté a un amigo.

--¿En serio hiciste una lista?
--Todos tenemos una lista ¿tú no?
--Tuve una supongo, pero me confundía más que me aclaraba. La olvidé.
--¿Y eso?
--Tú hubieras quedado fuera.
--Hummm, interesante ¿Soy el caso que refuta la teoría o la excepción que confirma la regla?
--Deja que lo piense...

Me gusta este hombre. Su carácter recopila aspectos del modelo formado, una mezcolanza espesa y cautivadora. Esconde una habilidad secreta que le permite en cualquier momento adaptarse como un guante de seda a las formas de mi mano, o hacer todo lo contrario; cambiar como un camaleón. Llegado el caso, puede llegar a contradecirme con una solvencia que a nadie más le he tolerado. Hace tiempo que camina serenamente a mi lado, puntualizando con sus palabras mis pensamientos. Es extraño este hombre, que sigue a mi lado como una sombra protectora y sin molestar. Incluso mis amigas lo han aceptado, pues a veces hablamos en su presencia como si él fuera invisible, y hablamos de otros hombres... y él, con sigilo, suele tomar notas. No le damos importancia, porque una vez nos dijo que su inquietud era estudiar la psicología de las mujeres. Pero lo que no sabe él, o puede que sí, que lo intuya, es que él a nosotras nos transmite mucho conocimiento sobre el comportamiento de algunos hombres. Y lo que yo he llegado a pensar es que eso de ser camaleónico es una estrategia...y puede que sea la clave para llegar a conseguir que yo sienta algo más tangible por él...

La paciencia en estos casos no suele dar réditos, ya que cada persona es un universo, y el alma en el apartado del amor tiene mucho de esotérico, esperar algo de quien se está enamorado no es cuestión de tiempo, pues el amor es como el fuego, que no te afecta si lo contemplas de lejos...y esperar a que se consuman las llamas para rastrear entre las cenizas no suele ser gratificante.

domingo, 16 de enero de 2011

Un giro inesperado


La puerta emitió un chirrido metálico que la hizo salir bruscamente de sus ensoñaciones. Un hombre se acercaba a grandes pasos, su rostro tenía un gesto embrutecido y despiadado. De su mano colgaban un manojo de llaves. Sólo entonces se dio cuenta de que aquel extraño entorno se asemejaba a una especie de mazmorra.

A través de una enrejada ventana le llegaban sonidos de sirena que rompían la monotonía de aquel murmullo urbano que arrastrado por el viento llegaba hasta el repugnante habitáculo. Estaba amaneciendo y por la pequeña claraboya se podía divisar un trozo de firmamento grisáceo emborronado por barrocas pinceladas negras. Hizo un esfuerzo mental para situarse. Se esforzó en proyectar una introspección e intentar saber dónde estaba y porqué. Recordó las operaciones matemáticas de la noche anterior. No estaba muy segura de haber perdido la noción del tiempo que había transcurrido, así que tal vez se trataba de esta noche ya concluida. Y pensándolo ahora fríamente todo le parecía más absurdo aún. Si alguna de las fórmulas le había llamado la atención, ahora se habían alejado tanto de su razonamiento lógico que todo carecía de sentido. Aún así se esforzó, intentó encontrar coherencia a todo aquello, pero su mente seguía sumergida en una nebulosa imposible.

El hombre de rostro iracundo se iba acercando y casi de modo instantáneo la luz inundó su cerebro. Casi toda la noche la habían pasado en el Casino. Iker y Álvaro cambiaron las fichas y cuando ya se disponían a salir surgió el caos. Después el pánico que siempre acompaña a una redada. Ainhoa sintió un tirón de su brazo y la prenda que recogía del guardarropía cayó al suelo. Luego vino la espantada y el desmayo...


--¿Qué parentesco le une a los detenidos? ¿Es usted la esposa de uno de ellos?--la voz implacable del hombre taladró sus oídos.
--No. Uno de ellos es mi hermano--respondió y su propia voz le sonó extraña.
Ainhoa seguía dándole vueltas a la palabra "detenidos". Anteriormente ella lo había pensado; intuyó que algo iba a fallar en el sistema puesto en marcha. Era la primera vez que ocurría. Ahora tendrían que estudiar dónde estaba el fallo. Sabía que ella era una simple pieza puesta por su hermano, un peón, un comodín, un mecanismo de distracción. En realidad nunca se había parado a pensar con detenimiento a qué dedicaban el tiempo libre Álvaro y su hermano, aunque también intuía que el trabajo relacionado con el Casino les llevaba más del 50% de su tiempo. Del otro 50% ella podía dar cuenta.

El hombre de gesto implacable, repentinamente, suavizó las facciones con una mueca que parecía una sonrisa al responder a una llamada de su móvil. Dio una orden con la mano y la dejaron salir sin más preguntas y sin ningún cargo.


En todo el trayecto hasta llegar a la casa, Ainhoa no soltó prenda, ni media palabra salió de su boca. Bajó del coche. Álvaro se apresuró y al llegar a su lado la abrazó con mimo como arropándola. Su hermano, sin salir del coche sacó el brazo por la ventanilla y alcanzando su mano la acercó a él.
--¿Crees que es un error?. Nosotros pensamos que es un acierto. No te preocupes, hermanita, cosas como la de esta noche sirven para no bajar la guardia, para perfeccionarnos. Me dolería que te sintieras utilizada, no olvides que somos un equipo, valemos para esto. A la vista están los resultados.

Álvaro la acompañó hasta la entrada rodeando sus hombros en un abrazo protector. Después la besó en la boca. Ella se colgó de su cuello y le susurró al oído: ¿no te quedas? mañana nos vemos, fue la respuesta.
Ainhoa ya dentro, por unos instantes se quedó pensativa de espaldas a la puerta. Se contempló en uno de los espejos del vestíbulo. Vio su rostro cansado y sus prendas algo ajadas por el paso de las horas nocturnas. La casa, situada en una zona residencial de la ciudad, tenía el aspecto de mansión al estilo de los nuevos ricos. granito en la fachada, mármol rosa en los suelos, paredes forradas de ébano color marrón intenso, combinación de muebles clásicos con funcionales. En cada rincón se notaba la influencia de jóvenes ricos y caprichosos de esos que no atienden a los buenos profesionales a la hora de edificar y decorar su casa...porque ellos se consideran a sí mismos los mejores en arte y arquitectura. "A la vista están los resultados" acababa de sentenciar su hermano...Ainhoa pensó en la lujosa vida que llevaban, los tres, su hermano, su amante y ella. Coches de alta gama, continuos viajes a los lugares en que triunfan por igual el éxito y la corrupción... y ella...pensó que no era tan alto el precio que estaba pagando a cambio de esa vida regalada en constantes viajes en cruceros, en hoteles de lujo, perfumes, joyas, en las que para asistir deslumbrante a las cenas se embutía en modelos de las más prestigiosas firmas de Roma, París o Londres. No, no era tan alto el precio, pensó que merecía la pena. Al fin y al cabo ella sólo regalaba sueños fingiéndose soñadora, enamoradiza y disponible. Nada más.

Subió a la suite. Bajo la ducha empezaron a fluir los recuerdos. Quiso desecharlos, que se fueran por el desagüe en círculos vaporosos y perfumados como las partículas residuales de su piel. El chorro suave y cálido de la ducha ahogaban las voces interiores. También ella era un pozo de misterio, cerró los ojos y volvieron aquellos momentos, los acontecimientos de aquel lejano y aciago día en el que se vio obligada a subir otro escalón. Su familia puso a su servicio a prestigiosos abogados, pero...¿qué hacer? ¿desnudarse, mostrando su inocencia manchada? ¿pisotear su orgullo?. Salir de ese laberinto supondría otra mácula a su supuesta inmaculada inocencia. ¡No¡ Se había sentido perdida en un dilema: apelar a su indefensión  o incluso   al recurso de amparo. Los abogados la instaron a mentir en favor de su defensa. La Ley se lo otorgaba, pero prefirió acogerse a la quinta enmienda. ¡Nunca un silencio había sido tan elocuente¡. Hubo un momento en que se imaginó que todo lo había hecho por sí misma, que se lo había ganado con el trabajo duro. Pero la vida no es como el dinero. Podemos ganar dinero, pero eso no significa que ganemos felicidad, porque eso exactamente está fuera de nuestro control, la vida puede dejarnos tirados en cualquier momento, ésta es la más incómoda de las realidades, porque nunca fabricamos vida. Dejamos que la vida pase a través de nosotros. La vanidad podrá engañarnos para que creamos otra cosa, pero nunca fabricamos vida. La vida pasa y no existe el estado de gracia. Abrió los ojos ¡puta manera de ser¡...siempre divagando para nada.


Terminó de arreglarse. Se sentía más reconfortada. La casa era cálida y acogedora. Desde allí arriba contempló el lujoso hall de la entrada, y con una pose de altivez cinematográfica empezó a descender. Pero de pronto, se paró en mitad de la escalera. La negra silueta de Álvaro quedó recortada en la puerta abierta. Dos hombres se acercaban y la voz de Álvaro llegaba a sus oídos distorsionada:
--Dicen que tienes que acompañarnos.

lunes, 10 de enero de 2011

Volver a las andadas


Con el nuevo año seguro de que todos hemos recapacitado sobre nosotros mismos, sobre que un año nuevo es un buen punto de partida para comenzar una vida nueva, para ser mejores; mejores personas en todos los sentidos. Todas esas cosas sobre las que solemos pensar y hacernos un propósito de enmienda por todas las actitudes de las que nos sentimos arrepentidos o insatisfechos, y más aún, esforzarnos para hacer una contrición con un propósito de arrepentimiento sincero.

En mi caso particular, cada año lo comienzo estrenando una libretita en la que voy apuntando todas aquellas cosas en las que tengo que mejorar. Pero...cuando llega el mes de Febrero, invariablemente, abandono esa libreta que se queda en blanco, salvo unas escasas páginas del comienzo. Ese es un hecho que se repite cada comienzo de año. Aunque este detalle sin importancia aparente, si lo contemplamos con objetividad puede darnos indicios sobre nosotros mismos, nos puede dar información de lo inconstantes que somos, y que nuestra forma de ser siempre termina saliendo a flote. El carácter, que dice mi abuela, que ella si que sí; que creo que me conoce mucho mejor que yo misma. Siempre que alguien se acerca y le dice: "tienes una nieta realmente encantadora", ella cabecea apretando los labios y después los abre para decir: "sí, es encantadora...pero sólo hasta que se la conoce". Así es mi abuela, mi mejor embajadora, ja,ja. Pero luego en privado nos reímos juntas, y orgullosa me dice: "eres igual que yo cuando tenía tu edad". ¿No es adorable mi abuela?. Ya veis que para adularme delante del prójimo no me sirve de mucho, pero ella, por su edad, y por lo que ha vivido, es un pozo de sabiduría. Yo la adoro. Y ya quisiera yo llegar a su edad con esa clarividencia, porque a mi, lo reconozco, a menudo se me va la olla, la pinza, que vamos, que me patina la azotea...y ninguna de éstas expresiones le sorprende a mi abuela; se las sabe todas, y a veces es ella la que me sorprende con un "hija, me estás rayando", y cuando se pone realmente estupenda imitándonos a nosotros los jóvenes, (los más jóvenes puntualiza ella, porque ella se considera joven también), y empieza a hablar y te caes de espaldas de la risa ¿para qué va a decir ella no me vuelvas loca pudiendo decir no me rayes, o no me vengas con chuminadas o chorradas (tonterías para los académicos)?.

Mi abuela sabe mucho y de casi todo. Pero lo que no sabe mi abuela es que yo sé venderme estupendamente sin su colaboración, o eso creo, pues muchas veces (y ya son demasiadas) me preguntan:  ¿Tú no tienes abuela, verdad?. Pero si tengo, y es una abuela de primera categoría, y este año que empieza quiero que la vida le siga dando la mano, para que no se vaya a otra parte...aunque mi abuela es de esas personas que vaya donde vaya siempre estará conmigo. Así que en la primera página de mi libreta he puesto: Cuidar un poquito más a mi abuela, porque mi abuela es un tesoro.

lunes, 3 de enero de 2011

La vida de las palabras


Arropada en la memoria de palabras que sobre mi ventana han florecido, desperté sedienta y con aromas de mañana embrujada con suspiros al alba...la letanía de su mar me susurra cercana en el azul misterioso de la inmensidad...si me hubiera atrevido me habría cubierto con su capa de palabras, hecha con guirnaldas doradas de narcisos y violetas, acariciándome con sólo sus palabras...las que destilan sus dedos sobre el teclado y llegan a mi boca, y que al pronunciarlas tocan el cielo y caen redimidas sobre mi piel, discreta y turbadoramente...