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Es preciso llevar algún caos dentro de sí para poder engendrar estrellas danzarinas. Nietzsche.

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No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, desde luego. Pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría. Hermann Hesse.

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¡¡Déjame con la boca abierta!!

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Si la personalidad humana no adquiere toda su fuerza, toda su potencia, entre las cuales lo lúdico y lo erótico son pulsiones fundamentales, ninguna revolución va a cumplir su camino. Julio Cortázar

domingo, 30 de junio de 2013

Un beso perfecto IV


VI

Recuerdo que el primer día, justo después de marcharse, anoté en mi cuaderno:

El mundo se divide en dos clase de personas: las que buscan la verdad en el mundo y las que la llevan dentro. Eufemia era de las segundas.

Eufemia me llamó una semana después de la séptima chica. Cuando quedamos en la cafetería por primera vez para reconocernos, llegó con un gorro de lana blanca y unos guantes agujereados por las puntas. Llevaba puesto un abrigo corto de cuadros azules. No era muy alta. Se sentó como si me conociera de toda la vida y pidió un café.

--¿Qué película vamos a ver?- me preguntó.
--¿Pero sabes a lo que vienes?
--Claro, sé leer ¿y tú?
--¿Quieres ver algo en especial?
--No, nada. Prefiero que me sorprendas.
--¿Y sobre lo otro?
--¿El qué? ¿follar?- preguntó, y a continuación hizo una pausa para calibrar el grado de mi sorpresa- Puedes decirlo, prosiguió, la palabra "follar" no me perturba especialmente. Imagino que a ti tampoco porque eres tú el que ha puesto el anuncio, ¿no?

En efecto, era yo. Le confirmé que sí, que era yo y luego la invité a subir a casa. Eufemia no hizo un solo comentario durante toda la película. Eso me sorprendió gratamente aunque a veces, en determinadas escenas, buscaba mi mirada con la suya. Cuando terminó la proyección continuó sin decir nada. Yo estaba un poco nervioso. Literalmente pendiente de su reacción, pero en el fondo me gustaba que se tomara su tiempo porque sabía que ella había procesado toda la información de la película y que sólo estaba buscando el momento de romper el silencio mediante el don de la oportunidad. Me levanté del sofá.

--A esta película- empezó a decir- le sobran minutos...no sé, es deliberadamente melancólica. Hay algo tramposo en ella.

Sonreí para mis adentros. Era cierto. Había muy pocas personas que yo conociera que se habían dado cuenta.
--La mujer del entrenador, la que se acuesta con el jovencito.
--¿Qué pasa con ella?- pregunté ansioso.
--No me lo trago.

Me dieron ganas de besarla porque yo tampoco había podido nunca con esa escena, siempre me había chirriado, me parecía una metedura de pata gigantesca, el colmo de lo artificial. Me acerqué a sus labios acuciado por el deseo urgente de besárselos. Pero Eufemia me rechazó.

--En tu anuncio no escribiste nada de besos.

CONTINUARÁ...

martes, 25 de junio de 2013

Un beso perfecto III


V

Me llamaron, vaya si me llamaron, y fue entonces cuando me di cuenta de que la distancia que nos separa de los múltiples universos paralelos que no alcanzamos a vivir, es una simple y llana decisión: poner un anuncio o no ponerlo.

Superada la sorpresa inicial, y para reconocernos previamente, yo quedaba con las chicas que me llamaban en una cafetería cercana ¿Tú sabes a lo que vienes?, les preguntaba entonces por si acaso mi anuncio no les había quedado lo suficientemente claro. Pero parecía que sí, que lo habían captado todo, que lo habían pillado a la primera.

La cosa estuvo bien desde el principio, ya digo y, después de un año y medio de anunciar mi sugestiva oferta, el balance fue como sigue: me había acostado con siete chicas. No sé si eso será demasiado o no. Ustedes sabrán. La vida sexual es siempre un imponderable. Comparado , desde luego, con mi media anterior, sí que lo era. No voy además a describirles todas las peripecias por las que pasé desde que colgué mi anuncio. Para eso ya están los escritores hiperrealistas. A mi es que la anécdota constante y la costumbre del blablablá me aburren sobremanera y me distraen casi siempre del nervio principal de la trama. Avancemos por favor. Basta confesar, que pese a la placentera sensualidad con la que me deleité gracias a la brillante idea del anuncio de las dobles sesiones...no había terminado de alcanzar  mi objetivo inicial de conjugar el sexo y el cine hasta fundirlos en una entidad. Enumero a continuación algunas de las posibles causas.

1- La cosa de la erudición. Había chicas con las que ver películas era angustioso: saturaban el ambiente con  citas, datos y referencias constantes a otras películas. No paraban de cascar durante el visionado y yo hubiera dado mi vida porque se callaran.

2- La cosa de la dispersión. Había chicas cuya atención se disolvía irremediablemente a mitad de la película y ¿hay algo más innoble que la dispersión? Follar en esas condiciones se me antojaba imposible.

3- La cosa del tonteo. Había chicas que, pese a lo que yo creía, no habían captado bien la esencia de mi anuncio o creían, por el contrario, que se trataba  de una mera excusa. Estas eran las peores porque empezaban a tocarme aprovechándose de la oscuridad y entonces tenía que interrumpir la película y aclararles cuales eran las reglas de nuestro encuentro.

Sí, vale, eché unos cuantos polvos, follé mucho o más que antes, gracias, formúlenlo como quieran o tal como su moralidad se lo permita, me da igual, pero no era eso lo que perseguía. Aunque no lo crean, yo soy, generalmente, un individuo de los que se bastan a sí mismos y, después de todo, lo que yo realmente perseguía era la síntesis. Así que, pese al relativo éxito de convocatoria, lo cierto es que aquello me seguía pareciendo un fracaso y hasta estuve tentado de modificar el anuncio e incluir una cláusula adicional que me acercara a mi objetivo inicial. Y casi lo hago y no tengan duda de que lo hubiera hecho si no hubiese aparecido ella.

CONTINUARÁ...



domingo, 23 de junio de 2013

La hoguera


La vida y su carnaval.

Vivir es vida. Vive tu vida...si te atreves.

"Creo en la carne y los apetitos,
y cada parte, cada pizca de mi
es un milagro.

Divino soy por dentro y por fuera, y
santifico todo lo que toco o me toca,
el aroma de estas axilas es más
hermoso que una plegaria,
esta cabeza más que los templos,
las biblias y todos los credos."

Walt Whitman
Versión de León Felipe.

"Retoza conmigo sobre la hierba, quita
el freno de tu garganta,
no quiero palabras, ni música,
ni rimas, no quiero costumbres
ni discursos, ni aún los mejores,
sólo quiero la calma, el arrullo de tu
velada voz."

"Coger las rosas mientras podáis.
Veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis
mañana estará muerta"

Walt Whitman


miércoles, 19 de junio de 2013

Un beso perfecto II


III

El cine, el séptimo arte, esa cosa. La aparición del cinematógrafo a finales del siglo XIX nos ha servido a muchos para constatar que el mundo puede dividirse fácilmente en dos clases de personas: los que aman el cine y los que ven películas. Y también por añadidura que estos dos tipos de sujetos, como el aceite y el agua, jamás podrán mezclarse. Sucede, claro, que todo el mundo escribe lo mismo en su perfil. soy un gran amigo de mis amigos, me gusta la naturaleza y el cine. Sin embargo, la naturaleza es lo completamente opuesto al cine. Usted jamás encontrará a Marilyn Monroe en la naturaleza. Por eso, ¿de qué clase de naturaleza se está hablando o, peor aún, de qué habla la gente cuando habla de cine?. Básicamente, y afirmémoslo como hipótesis ad hoc, cuando la gente habla  de cine lo que intenta al menos es hablar de películas que:

A: les dan siete patadas
y
B: de otras tantas que, por así decirlo, les apasionan.

Y, admitámoslo, se puede opinar casi cualquier cosa sobre un cuadro, sobre una fotografía o sobre un libro sin grandes riesgos, pero todo el mundo sabe instintivamente que cuando se emite un juicio de gusto sobre una película se está haciendo algo más, pues sucede que los museos se visitan muy eventualmente y casi siempre huelen a muerto. Por otra parte, la fotografía en estos tiempos digitales, sobra decirlo, se ha devaluado como arte hasta el punto de rozar la trivialidad. Y si además usted y yo hubiéramos leído los mismos libros, tengo que decírselo, me asustaría y me daría también mucho que pensar. Pero el cine, amigos, habita en nuestra memoria colectiva de un modo en que ningún medio de expresión lo ha podido hacer jamás. De hecho, la gran diferencia entre el ciudadano del siglo XIX y el del siglo XX es que el cine ha arrasado a este con los recuerdos del segundo. Lo más relevante del siglo XX fue sin duda la emergencia totalitaria de lo audiovisual. Esto hasta el más idiota lo sabe. Hablar de una película después del siglo XX es, por tanto, algo mucho más grave de lo que imaginamos: es algo trascendente y jodidamente serio. Así que si no sabes lo que vas a decir, mejor no empieces. Si estás tratando de impresionarme, entonces agárrate los machos porque puede que la haya visto.. En cualquier caso, vas a sufrir, pues el hombre, que es un ser esencialmente narrativo, sólo puede vivir embargado por la emoción de una historia. Y no hay arte que nos eleve más y nos conecte de un modo más perfecto con nuestro ser narrativo que el séptimo arte.

IV

Así que, haciendo como de costumbre, caso omiso a las recomendaciones de mi amigo Cesar y pasando por alto también las inconveniencias que suelen seguirse de saltarse los protocolos sociales, puse un anuncio. Decía tal que así, en letras grandes.

SEXO Y CINE

Chicas interesadas en el cine de cualquier época y en el sexo a cualquier hora quedan invitadas a una doble sesión en cine privado. Sin prejuicios, sin prisas, sin anuncios. La película jamás será interrumpida por el sexo y viceversa. Reglas sencillas para algo sencillo. The end.

Terminé de redactarlo y puse el número de mi móvil. No sabía yo si alguna se atrevería a llamar, pero la verdad es que a mi no me parecía tan mala oferta después de todo. Ya me hubiera gustado a mi, dicho sea de paso, haber tenido alguna vez la oportunidad de responder a un anuncio como el que había ideado, pero ya se sabe que la gente es tímida o perezosa en general. En el primer caso, siempre prefieren que sea otro el que se atreva. En el segundo, esperan a que se lo den todo ya mascado.

CONTINUARÁ...

  

sábado, 15 de junio de 2013

Un beso perfecto


¿Saben ustedes lo que es un beso perfecto? ¿Sí? ¿Están seguros? Seguramente, no. No, ustedes no lo saben. Con los poetas que ustedes leen no les alcanza para saberlo. Seguramente habrán leído a Bécquer en el colegio, ese romántico, y a Lorca, ese perro verde, porque cae siempre en selectividad. Puede que hasta hayan llegado a leer a Luisito Cernuda, esa diva. Los más listos de la clase habrán incluso llegado hasta las borracheras catalanas de posguerra, cayendo en las redes del melancólico González o del burguesito Biedma. Los más consecuentes, en cambio, se habrán quedado en Benedetti y en su costumbre de hablar de las mujeres como si no estuvieran. Pero los que quieran medrar de prisa en semejante tema: saber de verdad lo que es ese beso...esos sin duda habrá convenientemente adquirido las obras completas de alguno de los vivos: García Montero, Elena Medel, Luna Miguel, cosas así. O puede que lo rebatan diciendo que no es necesario que alguien se lo diga para saberlo.

Pocos sin embargo habrán reparado en qué lugar se halla la definición más precisa que ha dado la poesía española acerca de lo que es y significa un beso perfecto. Formulado tal como el poeta que lanzó la idea lo concibió, un beso perfecto es -les aviso- una mano tendida al vacío, unos dedos que te sujetan brevemente, apenas unos segundos, antes de caer definitivamente al abismo.

II

Estaba en esa época de mi vida en que no sabía sin comprarme un iPod o casarme. No sé si les habrá invadido alguna vez esa sensación de no tener ni la más remota idea de cual va a ser el próximo movimiento del destino: a mi me pasa constantemente.

Cesar me había dicho: "¿Por qué no te apuntas a Meetic?", porque mi amigo Cesar siempre me sugiere cosas:

A: cuya eficacia práctica ha sido demostrada.
y
B: y que sin embargo, pese a ello, no querría para sí mismo.

Por supuesto, no dije nada. También a mi me gusta que los demás crean que soy un hijo de la modernidad, así que me reservé mi opinión. Además, según tengo entendido, gracias a Meetic y a la larga lista de citas digitales, se folla mucho, e incluso, eventualmente, se forma alguna pareja con visos de eternidad y eso está bien, que duda cabe. Sin embargo, si hay algo que no soporto es leer perfiles y perfiles de mujeres que son:

A: grandes amigas de sus amigos
y
B: amantes de la naturaleza.

No teman, no es nada personal, pero ocurre que, para el común de los mortales resulta bastante difícil ser un gran amigo de sus enemigos y ser amante de la naturaleza (o al menos de la propia naturaleza) es también, en la mayor parte de los casos, una tautología. Por si fuera poco, había que pagar y, según las condiciones del servicio, nada me garantizaba que allí pudiera encontrar lo que yo estaba buscando, y eso ya creo que he dicho lo que es.

CONTINUARÁ...


sábado, 8 de junio de 2013

...la piedra de la paciencia


Las lágrimas en el agua no se ven.
Dice el proverbio.
Es todo inútil, pensó ella
cuando volaba por los aires
camino a la fuente.

Tras la fría dentellada
un siglo de silenciosa intemperie
se desvaneció de un trallazo
en pos de la "remodelación"
por los aires hasta la fuente.

Un "plot" en la primaveral
y tibia mañana.
La pequeña piedra,
sin prisa pero sin pausa,
cayó inevitable sobre el agua.


lunes, 3 de junio de 2013

El verbo iluminado


Me está sucediendo lo increíble y lo increíble es siempre la intensidad y la intensidad es siempre una mujer que escribe y que tiene sentido del humor. El otro día escribí el mejor relato que he escrito nunca. Lo peor es que lo sabía mientras lo estaba escribiendo: que iba a convertirse en lo mejor que había escrito nunca. Había rabia y ternura en cada palabra y todas las palabras eran escogidas por un motivo y nada era casual. No necesitaba mirar atrás para contemplarlo con perspectiva porque sabía que no podía detenerme, que el ansia de continuar acabaría llevándome a buen puerto. Y ese impulso ciego que te empuja y te arrastra  sin que puedas detenerte a comprobar siquiera la hora es precisamente la intensidad y es maravillosa.