Me encanta ese hombre, porque no se pone estupendo con elucubraciones absurdas que al final no me llevan a ninguna parte. Siempre he pensado que la inteligencia es mucho más fácil de percibir cuando uno no se esfuerza en mostrarla. El que la posee ni se inmuta ni se esfuerza por exhibirla. Y cuando un hombre la tiene no tiene que hacer aspavientos para mostrarla. Es tan sencillo como eso.
Me encanta ese hombre porque me explica las cosas como si nada; sin mayusculizar absolutamente nada, dando por hecho que le voy a entender y porque con su actitud me muestra que no soy una estúpida.
Me encanta ese hombre porque sabe contar las cosas...empezando por lo más simple para que cuando lleguemos al meollo de la cuestión mis receptores cerebrales estén ya más que estimulados para interpretar lo que me está contando.
Me encanta ese hombre porque tiene la habilidad de ir quitando las piedras del camino sin yo darme cuenta, para que no me desvíe a derecha ni izquierda y le siga...
Me encanta ese hombre porque despierta mi curiosidad creando en mi una necesidad de más ideas sobre el asunto que me esté contando ya que siempre me deja con esa sensación de voluptuosidad...y que después no quiero que termine de contarme...y me deja "con la voluptuosidad en la cara, la "facies" de la felicidad".
Me encanta ese hombre
porque es un genio,
porque tiene el don superlativo de saber contarme las cosas;
porque contagia a mi cara una fisonomía de supremo placer...
lo veo en sus ojos...
¡Más que una paja mental es un orgasmo en toda regla!
presentamelo
ResponderEliminarCuando quieras.
Eliminar¿Dónde le has encontrado, Marian? ¿hay más como él? Es que moriría por conocer a un hombre así...
ResponderEliminarClaro que hay más. Lo que ocurre es que es difícil encontrarlos, como todo lo bueno, escasean.
EliminarFelicidades, ha de ser una especie en extinción. La gente se empecina en ostentar sus conocimientos (como sus autos) y como si eso fuese lo que le dará la dicha. Un abrazo.
ResponderEliminarY es que la felicidad...o los momentos felices, hay que verlos venir...a veces sales en estampida y no te da tiempo a conocerlos...
EliminarUn abrazo.
¿Tiene hermanas?
ResponderEliminarun besote refirgerado y con una buena dosis de envidia cochina, jeje.
Lo único que tienes que que hacer es estar atento y abrir los ojos y los sentidos...jaja
EliminarBesote.
Entonces tienes un tesoro, Marián.
ResponderEliminarMil besitos, preciosa.
Un tesoro es él, pero yo no lo tengo...y mejor que sea así.
EliminarBesitos.
como una ola el amor llego a mi vida...ehhh marian
ResponderEliminarOh, qué original.
EliminarNo es para tanto Marián, sólo me gusta contar y a ti como cuento...
ResponderEliminarPues ya puestos, cuéntame un cuento. Si sabes, claro.
EliminarNada enamora más que la inteligencia! La inteligencia timida que necesita pasar desapercibida...
ResponderEliminarSaludos!
Lo más importante es saber usar la que se tiene...
EliminarSaludos.
Me ha encantado el tono prosopopéyico del artículo.
ResponderEliminarJajaja. Sólo ha sido un ligero barniz, pues más podía haber sido ¿no te parece?
EliminarMe encanta que te haya gustado.
Disfrútalo.
ResponderEliminarPues eso hago, Toro. Gracias.
EliminarBesos.
Y a mí me encanta que te encante
ResponderEliminarLa verdad es que este asunto está resultando encantador, sí.
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