"...La raíz del temblor llena tu boca,
tiembla, se vierte en ti
y canta germinal en tu garganta..."
El temblor, de José Ángel Valente
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Me acostumbraste a tu deseo,
tu deseo se convirtió en mi placer...
Sentir tu vida en mi saliva,
tu temblor inundando mi garganta
mirándome en tus ojos quiero...
Marián:
ResponderEliminarDemasiados microbios, no?
Creo que no debiéramos comprometernos en esclavitudes, aunque sean por amor…Es fácil que tras el deseo llegue la aversión y el remordimiento, recuerda que somos animales de infieles instintos.
Besos amigables.
El más bello de los temblores...
ResponderEliminarEsto es entrega y lo demás, literatura. Prefiero lo primero a lo segundo, la verdad. Estoy tomando antihistamínicos porque me picaron bichos este finde. Las drogas legales son chunguísimas, joder.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sentir tu vida en mi saliva, fuerte y precioso. Bello poema. has hecho muy buen uso de la inspiración. Besos.
ResponderEliminarEs bonito encontrar en lo orgánico el amor, inundar la boca con esencia de sexo y embriagarse con los aromas mas escondidos, el sumun del enamoramiento llevado al delirio seria entrar al cuarto de baño y suspirar de amor hasta en el momento de captar el olor a mierda de tu chica-o flotando en el enrarecido ambiente tras la defecación.
ResponderEliminarYo creo que el amor tiene fecha de caducidad, el enamoramiento y la pasión dan paso a una ternura mas madura carente de locuras propias de las primeras etapas de la relación.
Un hilo que se enlaza a hebras que buscan la cadena del amor… hipoteca, estancamiento afectivo, enfermedad, paro, muerte, vicio, adulterio… y pasan los días y se jubilan estanterías de madera, se oxidan las herramientas en la caja del trastero, encanecen los cabellos y se arruga la piel… se amontona el polvo y cacharros inservibles.
La muerte nos divisa desde lo alto de un cerro en la noche cerrada, con los ojos fruncidos postra su mirada en la luz de nuestra pequeña morada en la ciudad.
La muerte se nos representa normalmente como una calavera arropada en un manto negro con una guadaña… y eso no es así, la muerte es invisible y vuela entre ráfagas de viento, se cuela en primavera por el resquicio de la persiana y te merodea mientras duermes confiada, te observa allá donde estés y aguarda… ¿no la hueles en las corrientes de aire?
Kimbertrancanut:
ResponderEliminarTienes toda la razón, ser esclavo de las pasiones no nos lleva a buen fin...somos animales, pero animales pensantes...y creo que deberíamos ser más altruistas con nuestros actos...más que nada por higiene mental.
Besos amigables y agradecidos.
Dario:
ResponderEliminarEl temblor es síntoma de vida...el que nace de dentro, sí. El otro es como un aire momentáneo sin más.
Advenedizo:
ResponderEliminarLo segundo es una adicción...no exenta de egoísmo...si lo dices por la calidad literaria es natural que te guste menos; es mio.
Bichos que pican a otros bichos. Espero que habrá ganado el más fuerte...y si no ya sabes que lo que no te mata...
Un beso.
Javier F. Noya:
ResponderEliminarMuchas gracias, Javier, tú siempre tan generoso conmigo...pero ya sabes que mi mayor inspiración sois vosotros los comentaristas y ¿admiradores? ;-)
Besos.
Anónimo:
ResponderEliminar"La verdad que quiero exponer aquí no es particularmente escandalosa, o bien no lo es en la medida en que toda verdad es escándalo"
El temblor es cuando el cuerpo siente que algo va a pasar, un beso, un tacto, una caida, el temblor nace cuando todo acontecimiento es inevitable...
ResponderEliminarmi beso, el de siempre...