En 1522, en la población francesa de Autun, los aldeanos acudieron a la corte eclesiástica para buscar justicia: las ratas se habían comido sus cultivos de cebada. El tribunal citó a las ratas a juicio y enviaron un funcionario a donde vivían los roedores delincuentes para notificárselo.
La corte nombró al joven abogado Bartolomée Chassenée, defensor de las ratas. Cuando las acusadas no se presentaron al juicio, argumentó que la notificación de actos procesales no había sido apropiada, pues el caso "ponía en juego la salvación o ruina de todas las ratas", de manera que a todas, sin discriminación, se les debía notificar.
A pesar de que las parroquias de la diócesis citaron a todas las ratas ninguna se presentó. El abogado argumentó que, que como estaban dispersas, necesitaban más tiempo para acudir al tribunal y le concedieron otro aplazamiento.
Cuando llegó el día, el abogado explicó la ausencia de los roedores reclamando al tribunal la protección de la ley para sus clientes en el camino hasta el juzgado, pues, aunque querían presentarse, temían ser atacadas por gatos hostiles y no se podía esperar que pusieran en en riesgo la vida para cumplir con la cita.
Quizás de hay venga el dicho de puesta la ley, “puesta la trampa"
ResponderEliminarUna historia de escarceos jurídicos fácilmente aplicable a estos tiempos.
Saludos.
La ley hace que las ratas sean citadas como ladronas, pero es un cuento. Las ratas de verdad son poderosas y no se las juzga
ResponderEliminarUn abrazo
esto me recuerda a cierta alcaldesa recién absuelta por jueces que eran amigos o antiguos miembros del equipo de gobierno de su marido, experto en conducir con las copas que él mismo quiera tomar
ResponderEliminarbesos
Sí, para reír o, para llorar... Porque es como representar un teatro del absurdo. Como bien dice Agapxis, aplicable hoy en día.
ResponderEliminarMe has sacado una sonrisa en esta mañana, gracias bonita.
Mil besitos con cariño y feliz verano ❤️ mi querida Marian
A mi tb me has sacado una sonrisa.
ResponderEliminarBesos.
Creo que ha pasado a lo largo de los tiempos, y lo triste es que seguirá pasando.
ResponderEliminarUn beso Marián
Iaiaiaiaia
ResponderEliminarEn conclusión podemos decir que las ratas siempre escapan a la justicia...
ResponderEliminarSaludos!
J.
Las ratas no eran tontas, sabían que les estaba esperando el flautista de Hamelin.
ResponderEliminarSaludos
Un buen abogado puede hacer maravillas, da igual las razones que puedan haber.
ResponderEliminarBesos.
Es la política en Brasil!!!
ResponderEliminarUn absurdo toda esa situación. Pero sin saberlo, las ratas tuvieron un buen abogado.
ResponderEliminarBesos.
Muchísimas gracias a todos por sustraer una pequeña parte de vuestro valioso tiempo para leer y dejar comentario.
EliminarSois de lo más encantadores.
Abrazo grande a todos.