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Es preciso llevar algún caos dentro de sí para poder engendrar estrellas danzarinas. Nietzsche.

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No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, desde luego. Pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría. Hermann Hesse.

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¡¡Déjame con la boca abierta!!

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Si la personalidad humana no adquiere toda su fuerza, toda su potencia, entre las cuales lo lúdico y lo erótico son pulsiones fundamentales, ninguna revolución va a cumplir su camino. Julio Cortázar

miércoles, 6 de marzo de 2013

El baúl de los recuerdos...


El visitador

(Un cuento olvidado y hallado entre mis notas de niña)

Se armó la marimorena, la tremolina, aquello terminó como el rosario de la aurora. A María Antonia le dio como un algo malo. Se desmayó, y las vecinas solícitas la sujetaron. Fueron a buscar agua del Carmen, y entre tanto alboroto y sobresaltos llegó el marido. El portal repleto de vecinas y la escalera llena de cuchicheos, risas nerviosas y codazos, el marido de Maria Antonia empezó a palidecer, "se ha quedado de piedra", dijeron. Y de entre todos aquellos cuchicheos, una frase salió disparada por encima de las demás y los niños la oímos:

"Es un muchacho alto y delgado con cara de vicioso"

Y la niña del primero (que era una niña muy lista) nos explicó antes de que nos echaran de allí, que aquello quería decir  que el hombre aquel era un corredor de bicicletas...ella le había visto llegar en bici muchas veces...

Pero lo más importante era que María Antonia se moría, y con toda seguridad iría al cielo porque era muy buena, y porque todos los días iba a misa, y además era muy caritativa. Decían que el muchacho tenía necesidad y que algunas tardes se dejaba caer por allí, por si María Antonia pudiera echarle una manita...

Se corrió la voz de que la mujer del ciclista, del muchacho alto y delgado con cara de vicioso, iba en silla de ruedas. Se le habían estropeado las piernas a causa de la metralla de un obús caído del cielo y enterrado, por lo visto, en algún lugar del infierno. Jacinta se llamaba, y cobraba una pensión del Estado...cuando la niña del primero preguntaba a su abuela por las piernas de la madre del ciclista, del muchacho alto y delgado con cara de vicioso,, ésta le decía: "no, no, niña, que no es su madre, es su mujer".

La tarde del incidente, después de sus habituales rezos, a María Antonia se le ocurrió una idea genial. Quería  obsequiar al muchacho con unas viandas y un tarrito de mermelada de fresas. Así que entraron al cuartito donde estaba la alacena, para buscar el tarrito porque era de lo más exquisito y no lo tenía a la vista ya que María Antonia lo guardaba para ocasiones especiales...y tan a gusto estaban en la búsqueda del tarrito que se les fue el santo al cielo.

Jugaban al escondite cuando la guapa y joven sobrina de Jacinta los encontró. El muchacho alto y delgado con cara de vicioso, sólo acertó a articular estas palabras: "¡Esto no es lo que parece!".

Y en el preciso momento en que las vecinas iban poniendo al corriente  al marido de Maria Antonia,, éste se cayó del guindo, eso es lo que dijo doña Clara, la vecina del tercero. Pero lo que el marido pensó y lo dijo en voz alta era que todo el barrio estaba al cabo de la calle mientras que él había estado en la inopia...¡no podía dar crédito, su mujer tan católica y hacendosa¡...¡Sólo le quedaba el consuelo de que tan ingrata y pecadora mujer ardería en los infiernos¡...Se pasó los dedos por su calva sudorosa, los escasos cabellos de los laterales caían lacios, él, un hombre ultrajado, Dios mio, se cubrió la frente con las dos manos ¿qué cielo podría acogerle en tan lamentable estado...?



11 comentarios:

  1. Se les fue el santo al cielo...y al infierno... Un abrazo.

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  2. Debería de haber vivido en la tierra y no pensar en el cielo. Dar de beber al sediento y de comer al hambriento, estas son las virtudes de Dª María Antonia. Nada hay peor para quien es un curioso impertinente que la rabieta de ser el último en enterarse de lo que sucede en su casa. Es evidente que su falta de atención y apatía, cuando debería sentir amor, son las que provocan situaciones de bondad en su María Antonia porque “curaba las necesidades” de los demás. Excelente cuento y espléndida prosa.

    Un fuerte abrazo, querida Marián.

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  3. Excelente D. Ramón. Un beso grande.

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  4. Mira tú por donde va y se entera el pobre hombre de lo pródiga en favores que era su mujer, y justo antes de morir ésta. Qué mala suerte, él que la tenía en un pedestal ahora la condena a los infiernos, así, sin medias tintas. Ya no hay más que hablar ni pensar, así es la creencia, las cosas son buenas o malas y están perfectamente definidas.
    Me ha gustado mucho tu cuento.

    Un beso, Marián.

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  5. Anónimo3/08/2013

    Hola Marian
    me gusta mucho tu relato, cuento, historia, como sea que sea...
    Me gusta especialmente porque es real como la vida misma y también por lo bien escrito que está, tienes talento.
    Besos

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  6. Dario:
    Pues caro que sí. Es que hay momentos en a vida...en que todo se te va de as manos...je,je.

    Abrazo.

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  7. ANTONIO CAMPILLO:
    Es que ya sabes lo que pasa, Antonio, que el comportamiento de una buena señora también pertenece al marido. Hay que cuidar la hacienda, ya sabes, tenerla a punto siempre...y hay muchas cosas que la ayuda de Dios para poco sirve, ja,ja,ja.

    Un beso.

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  8. Zavala:
    Pues ya ves lo que le puede pasar a muchos hombres, que se confían y confían en que todo va bien...y hay cosas que ni con un millón de rezos se arreglan.

    Me gusta que te gusten mis cuentos, Zavala.

    Un beso.

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  9. Enya Crip:
    Así es Enya, real como la vida misma, por que la vida es como un vodevil la mayoría de las veces.

    Y gracias por lo que siempre me dices...es que tú me miras con muy buenos ojos...

    Besos.

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  10. Muy bien Marián,... tenía curiosidad.
    Hay comentarios tan absolutamente imbéciles que lo mejor es no hacerles ni puto caso.

    Un beso.

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  11. Zavala, es que lo que me fastidia es tener que moderar los comentarios, parece como si alguien estuviera al acecho para venir aquí y dejar estupideces. Y tampoco me gusta que condicionen mi libertad de dejar la puerta abierta para que comente quien quiera, siempre que lo haga con sentido común y respeto.

    Gracias, Zavala.

    Un beso.

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Ni aún el genio más grande iría muy allá si tuviera que sacarlo todo de su propio interior. Goethe.