domingo, 24 de julio de 2011
¿...luz que agoniza?...
Fueron días felices, era tan encantador. Un hombre despierto y optimista, alegre, simpático, de esos que siempre tienen una sonrisa dispuesta en los labios. Era tan dulce que a su lado parecía que siempre fuera noche de verano con luna llena. Poseía esa delicadeza clásica que se nos supone a las mujeres, pero él, siendo un hombre, resultaba de lo más atractivo. Y tenía la ventaja añadida de un erotismo impulsivo, duro, salvaje, casi violento. Resultaba irresistible oírle pronunciar palabras apasionadas, distorsionadas, que se mezclaban con gemidos de placer. Era, además, un estupendo conversador.
Tantas eran sus virtudes que me llevó un año percibir la dirección exacta del peligro. Empezó a creerse, no sé por qué razón, que él estaba en la absoluta posesión de la verdad. De pronto empezó a comportarse de una manera extraña. Había algo que se repetía, una manía absurda que empezó a erosionar mi pasión por él. Me parecía increíble que un hombre tan inteligente incurriera en ese error o que me menospreciara tanto. Decidí pasar a la ofensiva y explicarle lo que me inquietaba un día que estábamos tumbados en la terraza.
--¿Porqué no me hablas? ¿qué significa eso que haces con tus dedos? ¿es el símbolo de la victoria?
--Podría serlo, pero no lo es. Significa "dos". A partir de ahora, siempre que me digas las cosas más de una vez, te lo indicaré con este símbolo.
--¿¡Como¡?
--Que no necesito que me digas, expliques o cuentes las cosas más de una vez. Aunque no lo creas, yo lo percibo todo, y cuando necesito repeticiones las solicito.
--Pero yo no soy redundante. No sé qué te pasa ahora ¿a qué viene esa tontería?
--¡Ah¡ ¿Que es lo que ocurre entonces? ¿quizás es que soy idiota?
--No digo que seas idiota.
--Pues es una suerte, porque si yo no soy idiota y tú no eres redundante, entonces nunca más me verás hacer esta señal. Me quitas un peso de encima.
Algo empezaba a ir mal; muy mal. Estábamos viendo la tele y si le avisaba de que en otro canal ponían una buena película en media hora, mis palabras quedaban en el aire, abortadas. Quince minutos más tarde volvía a repetírselo como si no hubiera dicho nada o como si él nunca se hubiera enterado, y entonces él elevaba su mano en silencio y formaba la uve con los dedos. Yo le manifestaba mi asombro, pero no servía de mucho. Al día siguiente, tras llegar del trabajo, le anunciaba que Chema, un compañero suyo, había llamado desde la oficina. Él ni se inmutaba. Durante el almuerzo, volvía a recordárselo y él dejaba de comer, soltaba el tenedor para obsequiarme con el símbolo prometido.
Yo estaba desconcertada. Nunca he sabido qué presunción lleva a ciertas personas a caer en esas contradicciones: pues él repetía ese gesto continuamente y convertía, gracias a la reiteracíon obsesiva, una interesante información en una verdadera molestia. En mis relaciones hablar lo menos posible de cosas intrascendentes siempre ha sido un deseo natural. Por eso aclarar, perder el tiempo sobre conceptos ya explicados, me ha parecido siempre el colmo de lo absurdo. Así que me sentía fuera de lugar. No entendía nada. No sabía que nos estaba pasando.
Poco a poco, gracias a mis escasa repeticiones y sus reiteradas indicaciones, la tensión fue creciendo hasta el día en que todo, definitivamente, se aclaró.
--No me hagas más esa señal. No lo soporto.
--No me repitas más las cosas. Imagina que soy inteligente.
--A veces no lo pareces.
--Se trata de imaginarlo. En eso consiste.
--¿Y si no puedo?
--Si no tienes imaginación, no es mi problema.
--Bueno, dejando la imaginación a un lado, te voy a decir lo que pienso. Y no te molestes en hacer ninguna señal porque no te lo voy a repetir: Eres un completo gilipollas, un tarado, ¡eres un imbécil¡ ¡¡Eres una Puta Mierda¡¡
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Escribe Usted con solvencia Y calidad. Muy buena su obra. Un saludo cordial.
ResponderEliminarCasi que me da muy mala espina, más que insultarlo, que le enseñe la puerta ¿no?
ResponderEliminarUn saludo
S.A.D.E.FILIAL VILLA MARIA.
ResponderEliminarMuchas gracias por venir y dejarme todas esas palabras tan alentadoras.
Gracias.
Pilar:
Pongamos que hablamos de ficciones, pongamos que él en un principio era un tipo maravilloso, que le dio todo: felicidad, amor, su alma y su hacienda...Por honestidad no puede señalarle la puerta. La puerta está ahí para abrirla y largarse.
Pero antes ¿no es estupendo largarle a la cara esas "lindezas"?...Ella se irá y se quedará tan a gusto.
Un saludo.
Si, que le enseñe la puerta!!!! me uno a la campaña.
ResponderEliminarSalúd!
Escritor, ¿así de simple?...sin emociones fuertes, sin que suba la adrenalina, doblando la cerviz, ¿compraría Uno de Barba una historia tan sencilla?...
ResponderEliminarUn saludito...y gracias por dar ideas. Así voy aprendiendo...
Muy bueno Marián!! Mientras leía, sentía impotencia de no poder decirle a ese personaje lo que le has dicho al final!! siii, se merece eso y luego enseñarle la puerta, claro!! jodido tarado!!
ResponderEliminarUn besazo!!
Qué espantosa situación! espero que no hayas tenido pasar por eso. Es una pena que parejas que se aman, acaban no soportándose. En fin, los misterios de la vida y el amor. Pero sí, esa situación debe cortarse de inmediato. Besos!!
ResponderEliminarGybby:
ResponderEliminar¿Verdad que sí?...
Es que eso más que insultar es hacer un diagnóstico, jaja.
Es imprescindible para desintoxicarse.
Un beso.
Mr. Thunderstruck:
Claro, son situaciones posibles, porque en la vida puede pasar de todo. Pero no de lo que se escribe en un blog es de tus experiencias.
Un beso.
Querida Marián ¿cuánto había de escondido de él al principio y cuánto de autoengaño por parecer estupendo?
ResponderEliminarComo catarsis, lo de decirle gilipollas e imbécil ha de resultar muy liberador, jeje.
De todos modos eso de los dedos en V me resulta de una actitud tan chulesca que me da grima.
Un besote muy veraniego, que hoy estoy pasando más despacito, jeje.
yo no me hubiera molestado ni en insultarle, le enseño la puerta directamente.¡hacer puñetas!
ResponderEliminarun saludo
marian
Ángel Iván:
ResponderEliminarAsí me gusta, Ángel, tranquilito, que estamos en verano y no hay tantas prisas, jaja, y hasta puedes descansar un ratito sentado en esa silla para disfrutar con mis "cuelgues" (decoración)...
Y sí, hay personas que te lo piden a gritos...y llamarles gilipollas es inevitable. No soy de perder las formas, pero joder, si te hinchan las narices...
Un beso.
MARIAN:
ResponderEliminar¡Ya¡...MARIAN...¿pero sabes? ¡Disfruté tanto soltando esos improperios¡...La palabra gilipollas me parece preciosa cuando se la dices a alguien que lo es. Le podría haber dicho cosas más fuertes...pero es que su santa madre, quizás no lo sepa, jajaja...
Y no me nombres las puñetas, PX, porque precisamente, ese individuo se las ponía cuando se disfrazaba de persona honorable. Así que ya ves, de puñetas estaba yo hasta el mismísimo co....
Bienvenida MARIAN, y gracias por dejar tu comentario.
A veces nos quedamos más anchos que todas las cosas expulsando la fumata negra de los insultos por nuestra boca. Ya sabes, es importante saber insultar, es importante, también, saber a quién se insulta. No queremos que ese definir a alguien nos haga mella después y pidamos un indulto, no. Qué va, puedes insultar, puedes enseñar el camino a la salida, puedes abrir puertas y ventanas, puedes querer y desquerer, desear y aborrecer, imaginar y pintar sueños sobre lienzos nocturnos a plena luz del día, pero lo que no debes hacer nunca es dejar de comunicarlo.
ResponderEliminarTus textos, ya sean más o menos profundos, ya sean más de mentira de verdad, ya sean lo qué sean, no dejan indiferente. Así que ya ves, sigue tirando de imaginación, de realidades, de ecos, de voces que resuenan en tu cabeza. Déjate escribir, Marián.
Me gusta, creo no habértelo dicho nunca, la forma que tienen tus ficciones de hablar, de dialogar, de decir, de entrar y salir de la conjugación.
Otra vez aparecí por aquí, y otra vez me alegro. Otra vez.
Te dejo un abrazo, sin insultos, sin puertas por las que escapar.
Mario
Estupenda entrada ..me ha gustado mucho ... Michel
ResponderEliminarwww.micheldeb.tk
www.lamalapoesia.tk
Pocas cosas peores que la redundancia, sin duda.
ResponderEliminarMario:
ResponderEliminarMe encanta que aparezcas por aquí, pues con tus comentarios elevas el caché de mi humilde obra...te extiendes con tus letras...y me malcrías, pues llego a pensar que merece la pena lo que escribo, así que muchísimas gracias, amigo.
Un beso.
Michel Martinez Deb:
Muchas gracias por tus palabras, espero verte más a menudo.
Advenedizo:
Pues sí, pocas cosas peores que la redundancia...sobre todo porque es cómplice de la mentira, ya sabes: una mentira repetida mil veces...
Pero también hay gente bastante sorda y no se entera, por eso a mi me encantan las personas que las cogen al vuelo...
Llegados a tal punto, la incomunicación entre ellos solo es una hermanita de la caridad si la comparamos con la mala educación y la humillación diaria.
ResponderEliminarLa luz no agoniza, se extingue a su propia velocidad.
Me gusta la descripción que has hecho de situaciones reales y cotidianas, donde los sentimientos mutilan el amor a la propia dignidad, amor que nunca puede ni debe perder el norte.
Muy bien trabajado, Marián.
Besitos.
asu. fuerte.
ResponderEliminar-Si no tienes imaginación, no es mi problema.
ResponderEliminarQue mas?
Un beso,
Facu.
Marisa:
ResponderEliminarLo que he intentado con esta entrada, y no sé si lo he logrado, es que la incomunicación nace de la cotidianidad, que los gestos y las palabras repetidas saturan al más pintado. La vida necesita renovación; aire fresco...no sé...
Gracias, Marisa, que siempre me haces reflexionar.
Besitos.
David C:
A mi también me gusta el cine...
FacuZ:
Sí, toda la imaginación del mundo es poca para vivir feliz...
¿Y qué más?
Un beso.
Es tan ridículo que parece real. El mundo de las relaciones, siempre con sus pequeñas perversiones. Y sí, una ruptura sin insultos suena demasiado aséptica. Un saludo.
ResponderEliminarRorschach:
ResponderEliminarCuanto más ridículo parece más real suele ser...y cuando se ha amado mucho es impensable una ruptura aséptica.
Un saludo.
Retocaré imperdonablemente al poeta para decirte que me gusta cuando hablas, porque estás como presente, cuando escribes porque pareces aparecer en el salón con un té en la mano y una interesante conversación, con un mucho que decir. Y a mí, claro, a mí me pasa que me gusta escucharte... Hoy solo digo que la soberbia es lo que más odio en esta vida, y comprendo por ello lo insoportable de aquellos gestos que cuentas, de aquella manía. Un abrazo y disculpa la tardanza en pasarme por aquí y por mi blog, pero es que en verano estoy dando vueltas sin internet fijo :)
ResponderEliminarSabagg:
ResponderEliminarEso que tú llamas retoque imperdonable es precioso. Seguro que Neruda hubiese cambiado la versión con otra mujer de las muchas que le gustaban....Pero, claro, en la paz del hogar...igual ya se lo habían dicho todo.
Un abrazo y muchas gracias por leerme.
Hola, ciertas, elocuentes palabras iluminan este bello blog, si te va la palabra indefinida, la poesía, te espero en el mio,será un placer,es,
ResponderEliminarhttp://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
gracias, buen día, besos iluminados..