Amanece...
La Luna cansada de jugar con las ramas de los árboles se torna tímida y cierra sus ojos apagando la luz de su mirada, Las sinuosas sombras de la noche se van diluyendo, pronto el silencio quedará quebrado por los sonidos diurnos. Contemplo mi rostro en el espejo. Mi cara demudada dibuja la huella del insomnio reflejada en él. Aquellos tonos rosados de vida van adquiriendo perfiles amarillentos como los que proyecta una flor a punto de marchitarse. La noche, interminable, eterna, ha dejado dos sombras de luna color violado bajo mis llorosos ojos. El espejo me lanza una sonrisa preñada de escepticismo. Contemplo el desorden, la desidia de las prendas que no quiero vestir, mi cuerpo se resiste ante tanto abandono, la delgadez empieza a ser evidente. No quiero comer, no puedo, mi garganta está sellada, mi paladar ausente, y de mis ojos se escapa a borbotones el manantial de mi dolor. Llegan a mi boca las risas estrepitosas distorsionando el llanto a punto de apurar las últimas lágrimas...
Hace ya tres años. Tres años que mis padres han estado elaborando encuentros. Mi niña, hija mía--dice mi madre--no puedes seguir anclada en ese aciago momento. Tienes que vivir. Eres dueña de tu vida.
¿Dueña?
¡dueña de qué¡...Si él se bebió todo el sabor de mi vida. Si dejó mi mundo sin luz y sin calor...Y lo hizo sin trampas, sin cartas marcadas. Nunca podré negar su habilidad de jugar a un farol sabiendo que mi incauta inocencia mordería el anzuelo, y nunca me quejé, ni me quejo ahora, pues lo hice a sabiendas, porque también, en cierto modo, me atraía el abismo de sus brazos, sus caricias y sus besos, sus juegos verbales que embelesaban mis oídos haciéndome caer en un abismo indescriptible.
Sé que mi vida con él hubiera estado cuajada de esperas interminables. De tener la paciencia de esperar que olvidase a una mujer, y, en ese intervalo, hasta enamorar a otra, tratar de volver a conquistarle sin ningún coste adicional por su parte. Y fue él, el que cortó por lo sano para evitarme ese tormento.
Y ahora estoy sumergida en el tormento de no tenerlo. Y mis padres con la mejor intención desean mi felicidad tratando de vincularme a posibles candidatos, serios y formales, para que pueda vivir una vida sin sobresaltos como la que ellos viven.
Pero yo no estoy hecha de esa pasta. Yo no quiero vivir en ese mar de calma chicha, asentada en una línea recta cuya vida se aprecia porque se inflama en un ritmo acompasado perfecto que anuncia un latir sin sobresaltos. Mi corazón anhela inquietudes, jeroglíficos zigzagueantes, situaciones inesperadas. Yo quiero vivir en el tren del amor, en ese tren en movimiento con un maquinista llamado Amor, que le guste la velocidad y nunca se pare. Que me ame así, con riesgos, mejor vivir en esa montaña rusa que en un tren anclado en una vía en la que ya no quedan raíles y del que más pronto que tarde te tienes que apear sin remisión.
Seguiré por tanto hurgando en mis heridas, recreándome en mi carne lacerada, lamiendo mis recuerdos hasta que, tal vez, divise a lo lejos un rayo de esperanza y la providencia me obsequie con la suerte de encontrar ese tren, aunque tenga que cogerlo en marcha...apostando mi vida a una sola carta; jugándomela a cara o cruz si es necesario...pues como bien dijo Ovidio: "Un placer sin riesgos nos complace menos".
No es mala idea alejarse del abismo y tratar de coger el tren, aunque sea en marcha. Pero recuerda que para poder cger el tren, primero hay que estar al lado de la vía. Y, quien sabe, quizá el rayo de esperanza parte justamente del punto donde convergen los carriles.
ResponderEliminarMaravillosa entrada.
Mil besos :)
Es que hay que seguir viviendo.
ResponderEliminarNo queda otra cosa. La vida pasa, asì te muevas, o te quedes inmovil.
buen texto.
un abrazo.
Seguir recordando, hurgando en la herida, gozando del dolor porque de él viene, y es preferible eso que la nada, que la ausencia.
ResponderEliminarAferrarse al dolor frente a la ausencia, es negarse la vida sin atreverse a ello.
Hermoso es el dolor del amor, pero nunca más allá de las tapas del libro que lo contiene.
La suerte es una vieja caprichosa, demasiado para encomendarle una misión tan importante… Me alegro de que aunque lo digas no dejes que la suerte escoja el tren que ha de llevarte.
ResponderEliminarUn saludo.
Vivir al borde del Abismo tiene su peligro, aunque compensen las vistas.
ResponderEliminarLo malo de esperar el tren (en este País) es que suele llegar tarde o a deshora, y luego resulta que no es ni tan cómodo ni tan rápido como habíamos pensado o deseado. ;)
Un abrazo desde el andén.
Un amor con sobresaltos, ¡quién no lo quisiera! Quizás sea esa luna que parece querrer arrastrarte al cielo lo que perturba el corzaón.
ResponderEliminarUn saludo.
Vivir duele o eso me han contado y pararse a contemplar pasar trenes y viajeros en una estación no sirven de estímulo; la teoría es muy sencilla y más cuando hablo desde la barrera y sobre todo, cuando soy más cobarde de lo que puedo imaginar.
ResponderEliminarUn fuerte besote muy abrigado.
Quiero un jardín para las tardes frías
ResponderEliminarun sitio blando para contemplar
el desvanecimiento de las horas
y acompañarme de vino y llanto
mientras el silencio me cobija
con su sustancia hecha de palabras muertas.
Mis ojos fabrican imágenes
en una secuencia que amasa
nostalgias y promesas en un postre feliz.
El aura de mi mujer
desciende sobre mi
sonrío un poco
su beso me ha curado el miedo.
anuar iván.
Haces bien, que lo sepas. La vida sin sobresaltos, las líneas perfectas, las sendas en las que la tierra se presenta angustiosamente bien asfaltada sin piedras en las que tropezar, resultan ser el tedio perfecto en el que morirse de tristeza.
ResponderEliminarY nada peor que la tristeza cuando nadie la ha traído. Cuando es tristeza a secas, ya me entiendes.
Beso
Quien no arriesga no gana. ¡Suerte al coger el tren! ;-)
ResponderEliminarMaravilla de texto. Para recrearse en su lectura.
Un beso.
Es más seductor el riesgo que entrañan los raíles de una montaña rusa que los de una vía por lo que no pasa ya ningún tren; pero tres años es demasiado tiempo empleado en un parque de atracciones donde la atracción es lo principal y el juego se convierte en un parque de lágrimas, en un trayecto donde eternamente hay una señal de STOP.
ResponderEliminarHay riesgos que comportan felicidad y alegría. Esos son, a mi juicio, los riesgos que merecen la pena ser corridos...lo otro no lo veo como propiamente riesgo, sino actitud camikace ante la vida.
Tu texto es espléndio, Marián, aún me estoy relamiendo con la primera frase de tu texto:
"La Luna cansada de jugar con las ramas de los árboles se torna tímida y cierra sus ojos apagando la luz de su mirada"
Impresionante metáfora, es difícil superarla.
Besos abismales.
Tal vez nos recreamos en viejos amores porque sabemos que tenemos el respaldo y la compañía de personas que nos quieren, no solo nuestra familia sino también amigos, hermanos.
ResponderEliminarUn gusto entretenerme y regocijarme entre tus líneas, colmadas de palabras hermosas combinadas con luces oscuras y con cierto sabor amargo, pero con mucho sabor. Es como recordar el humo de un cigarro mientras lo aspiraba (soy ex-fumadora), conociendo su perjuicio y todo lo nocivo que resultaba para mi cuerpo, pero me gustaba fumar... aún hoy lo echo de menos...
Un saludo.
Querida,
ResponderEliminarFormas partes del entramado blogger prioritario, junto con otras cabezas pensantes, y en tu caso con otros atributos deliciosos.
¿pruebas, ángulos? Y qué hay aquellos besos que restan en modo "espera".
Nice reading you again.
Take care,
VD
Gaearon:
ResponderEliminarHay trenes que pasan tan rápidos que apenas si los ves, pero aún así, hay que tener esperanza, pues quedan muchas hora aún para que pase el último tren, y yo te aseguro que antes del último tren he de hacer muchos viajes...
Un beso a cambio de los mil.
El Gaucho Santillán:
Gracias, gaucho,tú nunca fallas, siempre vienes y das tu opinión, muchas gracias.
Un abrazo.
Pilar:
Es que recrearse en el dolor es como exorcizarlo...te compensa sufrir...Y claro que el dolor del amor es más emocionante convertido en texto. La realidad es más sensata y por tanto menos romántica.
Un abrazo.
bandit:
ResponderEliminar¡La suerte¡...
aunque caprichosa y antigua siempre renace de sus cenizas...Yo confío en ella, siempre que venga acompañada de alguien que prometa algo más que suerte, ¿felicidad?
Un beso.
Rapanuy:
Todo contratiempo tiene su lado bueno, si pruebas a cerrar los ojos, puedes sentir asientos acolchados en ese tren incómodo...todo es cuestión de imaginación, como la de aquella niña que soñaba en el bosque...
Un abrazo y un saludito a través de la ventanilla...
Igor:
Siempre, siempre con sobresaltos...lo otro ni es amor ni es nada...quien lo probó lo sabe...
Ángel Iván:
ResponderEliminarNo sé dónde estás ahora, pero frío si que parece que pasas, al menos eso transmites.
Todos somos cobardes según para qué cosas.
Un abrazo.
Anuar bolaños:
¡Precioso¡ La nostalgia que te regala un beso para curar el miedo.
Me ha gustado mucho.
Un saludo.
Asolada:
Claro que sí, sé que es lo tuyo...eso de los vaivenes, y se puede morir...pero de tristeza nunca.
Un beso.
Kinezoe:
ResponderEliminar¿Te ha gustado, Kine?
¡cómo me gusta que me lo digas¡...que te recrees en lo que escribo...
Gracias.
Marisa:
Bueno...Tres años, sí. Pero piensa que es algo simbólico; como las trinidades divinas...que tú ya sabes que eso encierra mucha literatura...digamos tres años, tres días, tres momentos...
Fuera de un Parque de atracciones, eso sí, imagínate lo que quieras...
¡ah¡ ¿Y tú me dices que soy generosa?...pues si supieras cómo me has puesto...roja como una cereza, con tus halagos...
Besos metafóricos.
Lemaki:
Pensar en los amores que te han hecho sufrir, reconforta, es volver a vivir... como ese humo del cigarrillo que te embriaga cuando lo aspiras.
Un saludo.
Un texto fuerte, me ha gustado. Y su reflexión final también, pues por más que se planifique, se intente el apaciguamiento del vivir conforme lo ordenado, la vida es un juego de dados. Besos.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo. Me encanta subirme a esos trenes sin rumbo y sentir su brisa fresca en la frente.
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