El alba llegaba sigiloso al más bello día de otoño.Terminaba la noche llena de tinieblas y las estrellas en la oscuridad huyendo del sol, que con esplendor inmenso salían de entre las nubes del sur, como dominador del universo; y el universo reía...Las nubecillas doradas y pintadas de mil colores subían hacia la bóveda del cielo abriéndose para derramarse sobre los mortales. Y su madre, la Naturaleza, saludaba a cada paso a las flores y las hierbas, que poco a poco iban levantando la cabeza inclinada por las escarcha.
Los árboles susurraban suavemente hacia el tremolar contra la luz las transparencias de gotas de rocío mientras las brisas de la Aurora enjugaba el humor excedente de las plantas ante la plácida mirada de "El Lucero del Alba, el hijo de la Aurora", que entornando los ojos oía extasiado la solemne armonía entre el sonido de las aves y los ríos.
Y...
Me sentía privilegiada contemplando tantas maravillas y unas lágrimas bañaron mis ojos de gratitud. He visto en los pintores y poetas la belleza plena de la vida. Y la vida, inmensa, inimitable no la he visto jamás pintada en todo su esplendor...