Y lo bueno de ti es que nunca me defraudas...así que...te dije que vinieras sin corbata, porque siempre la olvidas. Quizás sea un truco para volver al poco rato...pero no sé...la verdad es que a ti la corbata te sienta muy bien.
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--Estaba loco de ganas por verte.
--¿En serio? pues cuántos días han pasado desde la última vez ¿lo sabes?
--Bésame, anda, no hables tanto.
Y sí, te bese, y tú como siempre me comiste la boca.
--Qué loco estás, espera...no vayas tan de prisa...y poniendo cara de escucharme me enlazaste por la cintura y me besaste en la frente. Demostrándome así lo jodidamente inteligente que eres en estos lances.
Apenas recuerdo los detalles del traslado. Solo recuerdo que en cuanto llegamos me levantaste en volandas y me tiraste sobre la cama.
--Tenía tantas ganas de verte, mi vida.
--Yo también, amor, pero creo que tú, por tu trabajo, te estás acostumbrando a hacer las cosas en plan rápido.
--¡Qué te calles!
(Sabes que me desarmas siempre con ese aire tan imperativo.)
Y nos adentramos en ese bosque del placer, que no es para nosotros un lugar sombreado. No es desde luego una selva oscura, o un lugar de extravío o desorientación, muy al contrario; tú siempre sabes hacerte dueño de la situación...y el grado de intensidad que sabes controlar me obliga a seguir tu ritmo.
Y es que... cuando recuerdo esos sublimes momentos... momentos en que ya no puedo más...que veo el cielo en forma del deleite que me provocas...que me miras con esos ojos algo turbios, y veo también tu gozo cuando me miras... Y a mi me entran unas ganas locas de comerte vivo...esa fuerza pasional que a duras penas sé contener...y sé que a ti te divierte eso...y me incitas para que te provoque...para que te insulte...que te diga lo hijo puta que eres cuando juegas así conmigo...con ese anhelo erótico que yo no sé dominar. Y entonces quiero decirte palabras dulces, pero tú me tapas la boca con tus besos...cállame, sí, apropiate de mis palabras...pero atragántame con la calidez de tu polla...y... ¿ahora quien es la que va de prisa?...Y se me hace una eternidad hasta que tú también me haces saber que ya no puedes más...y sales de esa dimensión...y los dos presentimos la lucha del cuerpo a cuerpo...luchando los dos con la fuerza ciega de la pasión.
Y noto mis palpitaciones más íntimas... cuando ves que estoy completamente mojada...y sé que sólo con tu aliento...apenas te acerque al umbral de la puerta...¡Dios!... y después me besas con tu boca llena de mis flujos...y me trastorna ver el espectáculo de tu polla completamente erecta, brillante, hinchada...eres dueño de mis más lascivos deseos de carne, saliva, tacto, humedad...quiero que me vuelvas loca, que no consientas que salga de este éxtasis hasta que se pare el sol y ordénale que nunca amanezca hasta que yo te lo pida...y vuelves a pedirme que no hable...pero es que estoy completamente trastornada cuando siento ese fuego que me baja por todo el centro...y cierras los ojos con cada una de mis lamidas...y te oigo gemir de placer y furia contenida...pero tienes experiencia para contener y prolongar la situación. las caricias, las acometidas, la violencia que a veces te impongo...y tienes que abofetearme para calmarme... hasta que te das cuenta de que ya todo es imparable...cada acto de besar, lamer y morder...y tú... que me obligas a callarme, me sueltas la frase más bonita del mundo: "nadie me hace tan feliz como tú" y a mi me sale de lo más hondo de mi ser un "te quiero" que apenas es un susurro y que queda abortado en el aire...y te siento luchando, tratando de moderar el salvajismo guerrero de mi cuerpo, de mis manos, de mi lengua...y te resistes a mis deseos, o a mis encantos...llámalo así...trata de decirme palabras que nada proceden en estos instantes...de esta realidad salvaje que me domina y no quieres admitir como buen luchador que eres...tratas de bajar el fuego...de moderar la tensión...pero te rindes al fin...
y ya fundidos uno dentro del otro como en un ente de dos cuerpos que son uno...dos locos... amándose en cuerpo y alma...
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Más tarde...
ya calmados, a él le dio por reír.
--Esto no puede seguir así
--¿¡Qué!?
--Eres un peligro en la cama, nena. Me vas a matar.
--¿¡Qué!?
--Que sí, que esto no es "Un coito y nada más..."
--Ya, Pues querido, esta es tu obra: tú me enseñaste...
¿Recuerdas la primera vez, cuando nos conocimos, cómo me miraste en aquella cafetería...y cómo me desarmaste hasta tal punto que en un instante me hubieses arrancado de cuajo las bragas si lo hubieras querido?