Grecia. cuna de la civilización occidental. Para nosotros lugar del nacimiento de la democracia, la filosofía occidental, los Juegos Olímpicos. Es también el origen de los estudios de la historia política, de los más importantes principios de las matemáticas, de la música y de la ciencia.
A ellos les encantaba observar; trataban de ver un poco más allá, sin aspavientos ni contorsiones corporales...ellos iban al meollo de la cuestión procurando no marearse dando vueltas y más vueltas alrededor de los asuntos que más les concernían. No eran unos filósofos al uso, eran la pura filosofía de la vida con túnicas.
A Nietzsche le apasionaba todo aquello que tuviera algo que ver con los griegos. Aquellos tipos ya eran, per se, unos tipos que contemplaban la vida para intentar vivirla..cuidaban el cuerpo y la fisonomía.... En su "Origen de la tragedia", el filósofo alemán, nos relata el espectáculo teatral con su ancestral origen religioso, nada santo por cierto. Ellos celebraban las fiestas en honor del dios griego del vino, Dioniso (Baco para los romanos). Lo denominaban "culto orgiástico", en el que abundaba sin ninguna duda el divino vino.
También Aristóteles nos cuenta algo interesante de éstas fiestas dionisiacas. Dice que un tal Tespis, cantante y compositor de ditirambos, revolucionó con su presencia inesperada en el centro de la escena creando un personaje que empezó a dialogar con el coro dionisiaco, convirtiéndose así en el primer actor. Tuvo tanto éxito que esto derivó en el teatro clásico tal y como todos lo conocemos hoy. Y qué curioso que en algún otro momento creo haberlo mencionado ya, que en griego "actor" se decía "hypocrités", el que finge, el que aparenta..."(Qué grandes actores son los hipócritas y qué grandes hipócritas son los actores)" . En realidad la palabra "teatro" (en griego théatrón) no designaba el espectáculo en sí mismo, sino el lugar desde el que se contemplaba ese espectáculo, lo que hoy llamaríamos genéricamente las gradas.
Y...
Ahora estamos en el Gran Teatro del mundo...desde donde miramos, contemplamos, observamos. La mayoría somos simples mirones, voyeurs, por la excitación subyacente que ello conlleva...y que nos recreamos o nos afligimos, pero siempre contemplativos sin la posibilidad de movernos del sitio...sin poder levantar un sólo dedo para cambiar la comedia...y ni siquiera el ritmo. Nuestra voluntad es algo inoperante...quizás seamos, pero no estamos y ni siquiera se nos espera.
Pero ellos...quizás aún no han terminado de jugar la partida; la última baza que, como en esas películas de juicios, nos sorprendan en una última secuencia... poniendo las cartas boca arriba y den un giro inesperado...
Pero ellos...quizás aún no han terminado de jugar la partida; la última baza que, como en esas películas de juicios, nos sorprendan en una última secuencia... poniendo las cartas boca arriba y den un giro inesperado...