Esclavitud. Ese enojoso asunto. Ese escabroso concepto con ramificaciones tan inmorales...Salgamos del laberinto y dejemos bien sentado que la esclavitud en la relación de pareja nada tiene que ver con el amor. No sólo es indigno, es además contraproducente esclavizarse. Pensaba ella. Pero él decía que era emocionante aprender a ser esclavo en el amor y, olvidarnos de analizar ese concepto tan difuso, porque al fin y al cabo de lo que se trata es de alcanzar la felicidad del amado, el juego de sentimientos...distinguir entre dos conceptos: esclavitud y servilismo. El primero es hermoso y vivificante, el motor del amor verdadero. El segundo era, obviamente repudiado por ella. El servil era un ciego que no sentía ni pensaba por su cuenta, que se dejaba invadir y manejar, alienado, enajenado e insensible a sus propias pasiones. Mientras que el esclavo amoroso era un ser pensante y actuante, alguien con ideas propias, que por propia voluntad accedía a someterse para internarse en un estadio superior del sentimiento. El servil se sometía a otra persona, mientras que el esclavo se sometía a un sentimiento mayor que el amor, que es más elevado y no tan difuso...El quid de la cuestión era llegar a una epifanía indescriptible en la que te manifiestas como un ser desconocido abriendo compuertas a todo un mundo interior...y dejar afuera del recinto a ese mal de no saber dejarnos esclavizar. Que sólo somos capaces de ver el servilismo, y no el inmenso placer del esclavismo...e imbuirnos en una razonable aversión contra él, bombardeados por el aviso constante de los peligros de dejarse someter, habiendo levantado una férrea barrera maniquea, incapaz de matizaciones.
Todo en la vida es cine
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En efecto, lo han adivinado: Gerardo es una de esas personas a quien no
puedo dejar de querer y admirar —y perdonen mi “superlatividad”—. Puedo
decir que...
Hace 3 horas
Muy bueno Marian.
ResponderEliminarBien, Marián, en los cariñosos combates del deseo puede ser que no existan reglas. Por supuesto, el servilismo es algo deplorable. Por el contrario eso que se suele llamar esclavitud y que creo que no debería llamarse con esta terrible palabra, funciona porque puede ser que alguna, o todas, las zonas erógenas, permitan o necesiten una atención muy diferente una de otra o entre ellas en su conjunto. Es el placer de dominado y dominador, sea cual sea uno u otro. Personalmente le pondría otro nombre. Probablemente, caricias deseadas. El violín, excepcional. El vídeo magnífico.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querida Marián.
Amor es libertad. Lo demás no. Aunque ciertos jueguitos... Un abrazo.
ResponderEliminarEl lenguaje no deja de ser un convencionalismo, llamamos a algo con una palabra y ahí queda. La libre elección en cualquier materia, incluído el seco por supuesto, es una manifestación de la libertad personal, lejos de la esclavitud en su término vital.
ResponderEliminarAntes d lee el texto he pensado que era escritura china y que significaba: "¡Que te den!"
ResponderEliminarPero no, ya veo que se trata de algo más serio.
Besos.
La susodicha:
ResponderEliminarMuchas gracias Josune.
Beso.
ANTONIO CAMPILLO:
ResponderEliminarEn realidad es que todo está sujeto al lenguaje. La cuestión es ser libres y no tratar de someter a nadie. Digamos que lo más sano es que cada uno procure buscar estímulos sin perjudicar a nadie.
Besos, Antonio.
Darío:
ResponderEliminarJueguecitos, sí, Dario, y todo eso...
Un beso.
Pitt Tristán:
ResponderEliminarPues tú lo has dicho muy bien; el lenguaje es una herramienta para entendernos. Y sí, claro, es que es eso, que todo depende en el contexto que se pronuncien las palabras...las mujeres tenemos fama de que nos gusta escuchar ciertas frases...según en qué momentos.
¿Eso te ha sugerido la imagen? jajaja...
Besos.
“la historia de la existencia está emparentada a los grilletes enlazados de la esclavitud.” Y es que “Somos soldados de alguna mente extraña...”...Abrazo sin cadenas.
ResponderEliminarMe gusta esa idea que distingue el esclavo de la esclavitud como sistema. El dolor con el placer, el placer ...de saberse de otro..
ResponderEliminarmi beso.
Kimbertrancanut:
ResponderEliminarPues sí, yo creo que es verdad eso que dicen tus frases. Porque a veces es como si nos dejáramos llevar por un río extraño. Puede ser instinto, supervivencia o qué se yo. Pero lo cierto es que a veces parece como si fuéramos movidos por extraños hilos invisibles ajenos a nuestra voluntad.
Un beso.
Elcaligrafista:
ResponderEliminarComo decía Goethe: "Preciso es que el placer tenga sus penas, y el dolor sus placeres"
Mi beso en el tuyo.
:)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu último comentario, con la cita de Goethe. El desarrollo de esa frase genera un perfecto Taichi. Yin y yang entrelazados, de forma que en el yin hay un germen de yang y en el yang un germen de yin... Pero siguiendo la lógica taoista, cuando llevamos cualquier opuesto a su extremo muta en su contrario...
Eso es inquietante, ¿no? Quiero decir que es inquietante cuando los dos opuestos son dolor y placer.
¿No te suena retorcido? ;)
Besos
j, Sí, bueno, es que Goethe era así; un filósofo muy curioso. Con sus argumentos se puede defender una cosa y la contraria. Yo creo que ese es el camino más corto para hacerse popular ;). Y entiendo lo que dices, porque a parte de generar un equilibrio, es verdad que todo tiene su lado bueno y lado malo... todo es cuestión de analizarlo todo exhaustivamente. Y no, no me suena nada retorcido; ya te digo, es desde el lado que lo mires.
ResponderEliminarBesos.
Efectivamente, depende del lado desde el que lo mires. ¡Resulta que el retorcido, después de todo, era yo que lo miro desde ciertos lados retorcidos! Jajajaja
ResponderEliminarUn placer extremo puede resultar insoportablemente doloroso; y al mismo tiempo cierto tipo de dolor puede ser muy placentero...
Besos
"Un placer extremo puede resultar insoportablemente doloroso; y al mismo tiempo cierto tipo de dolor puede ser muy placentero..."
ResponderEliminar¡Qué razón tienes,j!
Un beso.
Entiendo de entregas no de posesiones por eso no me gusta como suena eso de esclavitud, entiendo que uno se ofrezca y en ese juego lo comprendo, el otro no me encaja tanto en mi cabezota sin pelo, ¿soy raro?
ResponderEliminarBesotes.
Ángel, no eres nada raro, jaja, y ya ves que la palabra "raro" se puede aplicar a muchos contextos...como ves es un tema también del lenguaje. Equilibrio, podríamos decir, buscar entendimiento expresándonos con nuestras "queridas" palabras...
ResponderEliminarUn beso, Ángel.
Esclavos del juego amoroso (sabiendo jugar) y siervos de nadie, eso lo ideal. Muy interesante como siempre tu reflexión, Marián.
ResponderEliminarBesos.
Así es, Kine, tal y como tú lo ves; es exactamente eso.
ResponderEliminarGracias, un beso.