Anoche estuve soñando…
Anoche estuve soñando… dormida.
Y en ese sueño visualicé cosas horribles. Seguro que todo eso se anidaba en mi subconsciente y afloró en mis sueños. Y como en los sueños uno va por libre… no quise actuar sobre esas emociones; no quise decirles “no”.
Puede que esos sueños tan extraños sean como una evasión, como una defensa programada para que esos conflictos no dañen nuestra mente. Esa ambivalencia de odiar el dolor y a la vez provocarlo… así que inevitablemente intentamos controlar lo que sentimos.
Sin embargo, es agotador seguir diciendo “no” en nuestra realidad, y simulamos que estamos a salvo de ciertas emociones embarazosas. Nos convencemos de que esos pensamientos e impulsos no existen en nuestro interior. Pero son parte de nosotros. Así que nos convertimos en policías de nuestras imaginaciones a todas horas.
Pero siempre podemos mentir, en primera instancia a nosotros mismos, y creernos que nuestras mentiras son verdad. Y así nos convertimos en una autoridad; pensamos que podemos arrestar a esos sentimientos que no nos gustan, porque hipotéticamente podrían conducirnos al crimen. Así que metemos en prisión a esos pensamientos que abren una brecha en nuestra paz. Aparentemente todo queda bien organizado. Pero esos “malos” pensamientos van para largo y creen que nunca habrá juicio.. Y no se admite el hábeas corpus, sólo la detención permanente sin cargos.
Ocasionalmente reflota la frustración y los prisioneros se rebelan. Pero la policía, una vez más, reprime la insurrección con ferocidad. Encierra a los pensamientos amotinados en celdas más estrechas y dobla los sedantes…
Ahora ya no hay escapatoria, así que te olvidas del asunto y vas a tus aconteceres cotidianos, amortiguando en lo posible tus inquietudes. Procurando disfrutar de lo que la vida te ofrece. Tratando de llevarla de la manera más normal. Te relajas y tratas de disfrutar del aquí y ahora. Te pones al día en los estrenos cinematográficos, conciertos, lecturas afines y representaciones teatrales…
Pero…
De vez en cuando vuelven a atacarte los fantasmas… cuando vas al cine o al teatro y ves a otros sintiendo en esas representaciones magistrales lo que tú no te atreves a admitir que sientes… y ves como esas celdas se abren y se airean… entonces es como si nos despertaran a bofetadas…
Morir, dormir;
Dormir, tal vez soñar… Sí, ahí está el obstáculo.