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Es preciso llevar algún caos dentro de sí para poder engendrar estrellas danzarinas. Nietzsche.

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No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, desde luego. Pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría. Hermann Hesse.

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¡¡Déjame con la boca abierta!!

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Si la personalidad humana no adquiere toda su fuerza, toda su potencia, entre las cuales lo lúdico y lo erótico son pulsiones fundamentales, ninguna revolución va a cumplir su camino. Julio Cortázar

lunes, 25 de junio de 2012

Efímeras musas...una es diabólica y ¿eterna?...


Intentó contemplarse a través de un reflejo de luz de luna proyectado en su piel. Se deslumbró, quedó cegada momentáneamente...No creía en las musas. Ninfas inspiradoras de las fuentes, cerca de las cuales eran adoradas. Aquellas que en un Principio el dios de los olímpicos las engendró. Su padre Zeus, y primas hermanas de aquellas nacidas de Urano y Gea...Urania, conocedora de la astronomía y las ciencias exactas. Terpsicore, poesía corporal y de la danza. Talía, poesía de la comedia bucólica. Polimnia, poesía sacra de los cantares sagrados. Melpómene, amante de la tragedia, del caos melodioso y de la contradicción. Euterpe, belleza armónica diva de la música. Erato, dotada para la canción amatoria y para la poesía lírica amorosa. Clio, portadora de la gloria, de la epopeya y de la Historia. Caliope, reina de la elocuencia, canción narrativa...poesía hecha carne...

Ella sólo creía en la inspiración que surge en un instante...inesperadamente, en la fuerza de un ser superior capaz de desafiar a musas y dioses...aquel que domina los astros y los vientos...el que abre las puertas al sol naciente...Así es él...

lunes, 18 de junio de 2012

Disonancia cognitiva


Excitado y enorme, colgado de una cacofonía creciente, taladraba una y otra vez mis oídos ¡Puta¡ ¡Puta¡ ¡Puta¡...A cada resonancia presionaba sus torpes dedos aplastando mi Glándula pineal, forzándome a mirarle a los ojos, yo, a punto de desmayarme como estaba...dolida y abrasada por el asco y el miedo ante el feroz animal que se había apoderado de él. "¡Vamos¡ dímelo tú, quiero oírtelo decir a ti; soy una puta, soy una grandísima puta...Venga, dilo, cacho zorra, hija de la grandísima puta"...Y yo, aún inocente, sin percatarme del todo del peligro que podía correr, dejaba derramar mis lágrimas mojando sus dedos..."¡Hacerme esto a mi¡ Aún no ha nacido la hija de puta que se ría de mi y viva para contarlo"...Su rostro estaba tan cerca de mi cara, como en las pesadillas más atroces...Todo giraba a mi alrededor. Aquella mañana un sol encantador había pronosticado buen tiempo para todo el día, pero ahora me asustaba oír el sonido de los agitados latidos de mi corazón...De pronto, afuera se levantó un fuerte viento que hizo revolotear las cortinas de la ventana semiabierta, haciendo crujir los cristales rompiendo el soliloquio. Ladeó la cabeza, y por un instante escaneó el aire con ojos desorbitados. Su atención fue a parar a los golpes que resonaron en una de las paredes de la habitación. Y ocurrió lo que menos podía esperarse en un momento así. Se derrumbó, comenzó a llorar como un niño desamparado, hundió la cabeza en su pecho y salió dando tumbos...

Su madre, mi suegra, había pasado por una experiencia semejante. Su marido se ahorcó en su pequeña biblioteca

La vida siempre pende de un hilo. A veces de un mal entendido. Otras, de una mala educación, que llevada al extremo puede desembocar en una celotipia sin medida y sobrevolar en el trágico aleteo de un feminicidio...

jueves, 7 de junio de 2012

La viuda del androide V


Lucia comenzó a vestirse, mientras con sus cuerdas vocales a la máxima potencia me mandaba a la mierda y se prometía a sí misma que jamás volvería a verme, ni a hablarme, ni a cogerme siquiera el teléfono y por ahí te pudras, cabronazo, pero yo no podía dejar de pensar en la viuda del androide, en sus ojos bellos que brillaban de una manera especial cuando hablaba de Gus, ni podía dejar de pensar en su sugerente anatomía...y portentosa autonomía...Me pregunté también qué excusa me iba a inventar el lunes cuando fuera a verla, cómo iba a explicarle a la viuda que Gus estaba desquiciado y era irrecuperable y que la empresa me había prohibido expresamente la posibilidad de cambiarlo por otro. Recordé también su fascinante e intensa mirada de odio cuando cometí la estupidez de saludarla usando el nombre de pila con el que ella misma había decidido bautizar a su amado androide de compañía.

La noche del domingo no soñé con ella. Soñé que era un androide de compañía cuya misión era servir de carabina a las chicas cuando salían de fiesta con sus amigas y no querían que ningún hombre las molestara. Yo era una ficción de novio y hacía cosas típicas de novio: a veces me dejaban el bolso para que lo guardara mientras ellas se contaban sus secretos o se intercambiaban la ropa en plan superamigas, otras veces me pedían que hiciera cola para sacarles entradas de conciertos o, para humillarme, me invitaban a bailar o se iban al baño a mear juntas mientras yo me quedaba esperando como un zombi en el umbral que dividía los baños por sexos. A veces incluso hablaban de hombres en mi presencia: de aquellos que les resultaban interesantes, de los otros que les resultaban ridículos, y por último, de los terceros y más fundamentales: los muy sexys. Y era justo en ese momento del sueño cuando yo recordaba que era un androide tipo carabina de gama baja que ni siquiera podía tener una erección porque no tenía genitales, y entonces mi gozo se transformaba en un pozo y el sueño en pesadilla.

Llegó el lunes y yo no me atreví a pasar por la oficina para contarle al payaso del jefe  de atención al cliente que el asunto tenía difícil remedio. En lugar de eso, desayuné una tortilla de huevos con bacón, cogí un martillo de la caja de herramientas de la despensa y reduje a cenizas al androide de la viuda del androide. Antes de hacerlo, esperé pacientemente a que advirtiera mi presencia y exclamara ¿qué? Justo en ese momento, afilando gustosamente el colmillo, le di  el primer golpe mientras repetía extasiado: ¿cómo que qué?, ¿qué de qué? ¡toma¡, ¡toma¡ y ¡toma¡...Luego conduje tranquilamente a casa de su dueña con la agradable sensación de haberme quitado un androide de encima.


Aparqué enfrente y esperé diez segundos después de pulsar el timbre. La viuda del androide me abrió la puerta con una sonrisa extraña en la boca. Me pareció que era muy hermosa.
--¿Y bien?
--Me temo que no tiene remedio. Debo confesarle que el otro día no entendía muy bien a qué se refería exactamente cuando me dijo que Gus no cumplía con su función, pero ahora ya lo sé. Tiene que ser duro que te den siempre la espalda.
--No necesito su compasión- me cortó de nuevo desafiante.- Sólo necesito un androide que funcione.
Y justo en ese momento yo me daba cuenta de que la viuda pertenecía  a esa selecta clase de mujeres que multiplican su atractivo cuando se enfadan.
--La empresa no tiene intención de cambiárselo- confesé con indolencia como si estuviera enunciando la ley de la gravedad- Por eso me enviaron aquí.
La viuda del androide no dijo nada. Ni siquiera pestañeó al revelarle tal mezquindad.
--Pero quizás haya una solución después de todo- continué- algo que nos pueda beneficiar a todos.
--Soy toda oídos. Dispare.
--Yo podría venir a dormir con usted todas las noches si no le importa. Usted no tendría que meterse en juicios y, a cambio, yo la abrazaría, la rodearía con mi hombro si hiciera falta y jamás le daría la espalda. Usted podría mirarme, tocarme, olerme: yo sería esa ficción porque, para el resto de las cosas, le confieso que yo también me basto a mi mismo...
--¿¡Qué¡?

FIN

viernes, 1 de junio de 2012

La viuda del androide IV


Así que sin más demora me dispuse a redactar el informe diario.

Lunes

Extraída la CPU del androide defectuoso e instalada en otro modelo de la misma clase pero con carcasa femenina, este se muestra receloso. El androide no sólo no abraza ni conforta durante el sueño, incumpliendo claramente la norma para la que ha sido diseñado, si no que, muy por el contrario, se muestra arisco e indiferente a sus sentimientos. Durante el sueño, el androide aprovecha para alejarse y da casi siempre la espalda y por toda respuesta, lo que sale de su boca en todo momento es un desafiante ¿qué?

Martes

Esta mañana, el androide se ha ido por su cuenta a la terraza a fumarse un cigarrillo. De acuerdo con los parámetros que debería guiar su comportamiento, su adicción es inexplicable.

Miércoles

Esta mañana cuando he entrado en la cocina el androide estaba exprimiéndose  un zumo de naranja. La prueba de su olímpica indiferencia hacia mi es que sólo ha usado 3 naranjas, justo las que necesitaba para llenar un vaso.

Jueves

Esta mañana cuando me he levantado y he intentado entrar en el baño acuciado por la urgencia, la puerta estaba atrancada. El androide se estaba duchando y he tenido que salir a mear al jardín. El frío era intenso y se lo he recriminado agriamente pero ya podéis adivinar lo que me ha contestado.

Viernes...

Me despierto de nuevo sin éxito en la soledad de mi habitación. El androide de compañía ha desaparecido nuevamente aunque no anda muy lejos. Lo encuentro 1 minuto más tarde en el salón viendo la tele tumbado en el sofá. Ha cogido una bolsa de pipas, ha encendido el aire acondicionado y se ha puesto a ver el pack de la primera temporada de Friends que mi exnovia se dejó en la casa cuando cortamos. Tal falta de respeto me ha sacado de mis casillas, así que no he tenido más remedio que desconectarlo de un derechazo.

Llegó el fin de semana y, para entonces, yo ya estaba completamente desquiciado por las ocurrencias del androide de la viuda del androide. Por momentos, me parecía estar viviendo en una pesadilla surrealista de incierto final. Por si fuera poco, durante la noche, los sueños libidinosos con la viuda del androide no me dejaban en paz e insistían en despellejarme la mente. Necesitaba respirar urgentemente. Llamé a Lucía.
--¡Qué haces?
--Aquí en el trabajo, dónde crees?
--¿Quieres que nos veamos cuando salgas?
--Ya veremos porque, cuando yo quiero verte, tú nunca estás.
--Sabes que no lo hago a propósito. Es por mi trabajo, que es muy especial.
--Sí, lo que tú digas. Luego te llamo, que ahora no puedo hablar.

Lucía me llamó media hora más tarde, yo apagué el androide y lo escondí en el armario apilado entre la fregona y el escobón. Cuando llegó Lucía, nada más cruzar por la puerta de entrada, apenas sin mediar palabras, empezamos a follar arrastrándonos por el pasillo como dos animales ansiosos. Mientras la penetraba, yo no podía quitarme de la cabeza los carnosos labios de la viuda del androide pronunciando esa frase: "Tan divertido le parece que una mujer se pueda bastar a sí misma?"...Cuando terminamos, Lucía empezó  a repasar con curiosidad científica, los cardenales derivados del fragor de la batalla. Después se quedó terriblemente callada. Luego empezó a mirarme con ojos asombrados...
.--¿Qué?-  respondí.
--A ti te pasa algo y no me lo quieres decir.
--Eso es ridículo.-le contesté justo antes de darle la espalda.

CONTINUARÁ....