Me sentía incómodo después de la estúpida broma a costa del inefable llamado Gus. La viuda del androide no parecía una de esas mujeres que se ríe con cualquier ocurrencia tonta del primer anormal que le sale al paso, porque por raro que parezca así me sentía yo; como un anormal.
--Me lo llevo- dije con la esperanza de abreviar mi estancia en aquel sitio.
--Creí que el asunto era mucho más complicado- objetó-. El señor Pinkerton me dijo que...
--El señor Pirkenton es idiota- la interrumpí-.Hasta su señora madre podría dar fe de ello. De todas formas, no me llevo el androide. El androide se lo dejo aquí si no le importa. Lo que voy a hacer es extraerle la CPU, el cerebro por así decirlo. Así podremos estudiarlo.
--¡Ah¡...
En menos de un minuto extraje la unidad de procesamiento de la tapilla ubicada junto al hombro izquierdo y, en menos de cinco, ya había desandado el camino a través de las catacumbas. Me despedí de ella embargado por la vergüenza no sin antes prometerle que tendría noticias de mis investigaciones lo antes posible.
Contemplé a la viuda del androide ya desde lejos sentado confortablemente sobre el asiento delantero del coche, mientras caminaba desde el jardín al porche de la casa marcando cada uno de sus pasos con una extraña cadencia. Tengo que decir que su zigzagueante modo de caminar me pareció terriblemente atractivo.
Volví a las oficinas pensando que la había cagado en todos los frentes: no había averiguado gran cosa, o no más de lo que ya sabíamos, traía el androide (su corazón al menos) de vuelta y, lejos de conformar a la viuda del androide, la había soliviantado. Pleno al quince. Pensé en la viuda del androide y en lo que en ese momento estaría pensando de mi y de mi proverbial torpeza. ¡Cómo podía haber sido tan idiota¡. Me acordé también del simio del jefe de atención al cliente. Lo que menos me apetecía en ese momento era tropezarme con él y tener que explicarle mis andanzas. Por suerte había salido a disfrutar de una de sus opíparas comidas, así que hable con Robert, el subdirector.
--Necesito un VR7 libre.
--¿Para?
--Para insertarle una CPU externa.
--¿Alguna referencia?
--No sé...¿sexo femenino?
--Corrígeme si me equivoco, pero que yo sepa los modelos VR7 son de gama baja y carecen de genitales.
--Bueno, sí, pero la cara y lo otro- le indiqué haciendo un gesto con las manos que pretendía simular volúmenes.
--La cara y lo otro- repitió deleitándose obscenamente con las formas- la carcasa querrás decir ¿no?
--Eso es- sonreí.
--No sé qué te traes entre manos y casi prefiero no saberlo- concluyó-. Sólo espero que no me salpique. Baja al almacén y habla con Wilson. Deja que termine esto y ahora lo llamo y le digo a qué vas.
Bajé al almacén y le expliqué el asunto a Wilson, pero Wilson, que era un mexicano tan bajito como contumaz, aún no había recibido la llamada de arriba y no había manera de que se moviera. Ordenes son ordenes, repetía cada vez que intentaba explicarle la urgencia de mi asunto. Tuve que esperar tres cuartos de hora hasta que por fin se produjo la llamada. Fue entonces cuando Wilson empezó a mostrarme todos los modelos disponibles perdonándome la vida y con evidente desgana.
--¿Alguna preferencia, mister?
--Me da igual.
Me sentí un poco sucio con aquél tipo relamiéndose el orgullo en mi presencia como un perro agotado, pero no dije nada.
--Al que le da igual es a mi, mister- Yo voy a cobrar lo mismo- insistió.
--Venga, éste- dije señalando la tercera caja de la derecha.
--Rubia caucásica. Es usted un pinche listo, amigo.
--Disculpe- concluí interrumpiendo el protocolo absurdo que Wilson había iniciado por su cuenta arrebatándole la caja de un zarpazo antes de que se atreviera a desempaquetarla- no es necesario.
--Se la lleva puesta ¿eh?
--Justamente- le indiqué- ¿le importa?
La caja pesaba bastante así que cogí un carrito del almacén y me despedí de Wilson no sin que antes mis pabellones auditivos detectaran a lo lejos y por última vez un comentario que pretendía ser étnico, gracioso y despectivo a la vez. Metí la caja en el maletero del coche y conduje a casa a gran velocidad. Me encerré en el dormitorio y me dispuse a activar el VR7. Quizás ahora, al insertarle una CPU externa al modelo que me había agenciado, podría por fin averiguara la causa del mal funcionamiento del androide de la viuda del androide. El nuevo venía con un folleto donde se detallaban las instrucciones de inicio rápido mediante unos dibujos y unos diagramas bastante eficaces y estaba vestido con un discreto camisón que ocultaba no sin gran dificultad su exuberancia sexual del ombligo para arriba. Pensé que quizás hubiera sido más inteligente traer un modelo masculino, pero, en cualquier caso, me propuse no mirarlo demasiado y cumplir con mi trabajo desapasionadamente.
Así que una vez estuvo cargado completamente, desenchufé la batería de la red, abrí la trampilla que a través del hombro izquierdo daba acceso a la bahía del procesador e inserté la CPU del androide de la viuda del androide. A continuación, tal como aconsejaba la guía de consulta rápida, lo reseteé y lo coloqué en posición fetal sobre la cama. Después de este paso, el androide ya está listo para cumplir con su función y puede usted (podía leerse) irse tranquilamente a dormir.
Y eso fue lo que hice.
CONTINUARÁ.....
Habrá dormido plácidamente y lo mejor está por venir?
ResponderEliminarNo se yo, si podrá cumplir eso de "irse tranquilamente a dormir".............. o tal vez si?
ResponderEliminarLe parecía que la creación de mundos como aquellos era la verdadera meta o, al menos, una de las verdaderas metas de la vida, y en su búsqueda de sensaciones que fuesen al mismo tiempo nuevas y placenteras, y poseyeran ese componente de lo desconocido que es tan esencial para el ensueño, adoptaba con frecuencia ciertos modos de pensamiento que sabía eran realmente ajenos a su naturaleza, abandonándose a su sutil influencia y luego, después de impregnarse, por así decirlo, de su color, y una vez satisfecha su natural curiosidad, los abandonaba con esa curiosa indiferencia que no es incompatible con un temperamento verdaderamente ardiente, y que, de hecho, según ciertos psicólogos modernos, es frecuentemente su condición indispensable.
ResponderEliminarVeo que el técnico se llevó el trabajo a casa, jeje... Genial ocurrencia esa de probarlo él mismo. Nos dejas expectantes, Marián. Muy buena segunda entrega. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarUn beso.
Seguiremos leyendo pues...Besos, muy interesante.
ResponderEliminarQue mala....una entrada de transición, ampliando la intriga ¿eh?
ResponderEliminarSigue, por favor.
Dormir un sueño de androide...
ResponderEliminarmi beso,
Esto es tan bueno que no quiero esperar hasta el final. Quiero la segunda parte, o alguna pista que desvele lo que pasará en la siguiente entrega (por fa).
ResponderEliminarEnhorabuena y besos
El joven llamado Cuervo:
ResponderEliminarSí, lo mejor está por llegar, o por venir...
La intriga continua...
MumaMoon:
Intriga, intriga...
Anónimo:
Pues no sé qué decirte...me ha parecido algo así como si me estuvieras diagnosticando. Aunque también pudiera ser un fragmento de algo...pero no sé, creo que está muy bien escrito. Me gustaría saber si eres hombre o mujer. Es lo que tienen los anónimos, que nunca se sabe.
Kinezoe:
ResponderEliminarJajaja...Ay. Kine, es un "pinche" listo, sí...Me encanta que te guste, como siempre, lo que escribo. Y esto sigue, ya verás...
Un beso.
Javier F. Noya:
ResponderEliminarSigue, sigue leyendo, Javier, y ya me dirás...
Besos.
Pilar:
ResponderEliminarSerá cosa mía, pero últimamente no entiendo tus comentarios ¿entrada de transición?...(?)...
Importatísima para la trama. sí.
Gracias por LEERME y comentar...
Elcaligrafista:
ResponderEliminarSueños que sueñan sueños soñando...rompiendo círculos...¿no?
Mi beso que te besa.
Lunática (R):
ResponderEliminarJajajaja...La segunda parte aquí la tienes...Así que "Impulsos" tranquilita que aún quedan por lo menos tres más...
Un beso.
Hacía tiempo que mis pasos en el laberinto de la blogsfera no me traían hasta aquí, lo confieso y me disculpo por ello: me reencuentro con cada una de esas ventanas, con o sin cortinas, que en el lateral de tu espacio se abren sugerentemente a muchos caminos. Implicado en una intriga a la cual la música se ciñe como un guante de suspense, disfruto de la primera y segunda parte de tu relato, y ovillado en un rincón de esta entrada, junto a la cama donde yace el androide, espero la continuación de la historia. Un saludo.
ResponderEliminarJuan Herrezuelo:
ResponderEliminar¡Qué alegría¡ verte otra vez paseando por este mi humilde blog...solamente con poder mirar esa composición de palabras que haces con cada una de tus frases, como si nada, eso ya es para quedarse con la boca abierta...
Muchísimas gracias, Juan.
Saludito.