La conversión de Pablo
No era necesario que el señor Pablo Iglesias pisara el Hemiciclo para saber que el Parlamento es una portada de publicidad de la clase política. Para saber que el pueblo está por encima de toda esa parafernalia. Para constatar que el pueblo llano sólo quiere poder vivir honestamente de su trabajo. Y saber que los políticos le piden al pueblo su voto sin aportarle apenas una mínima información para que sepan lo que eso significa. Pablo Iglesias, sabe también, que los medios de comunicación están al servicio de los poderosos y que intentan dirigir, con sus editoriales, al pueblo para que sepa lo que es "mejor" y más le conviene hacer...
Pablo iglesias ya sabe que él no es un político al uso.
Pablo Iglesias ha señalado que el camino pasa por convertirse en un «partido normal», lo que entraña nuevas oportunidades pero al mismo tiempo importantes «riesgos». Tantos, que ni siquiera está seguro que el proyecto «sobreviva» tal y como se le conoce ahora.
«Eso me impresiona. Incluso me acojona», reconoció sobre unos desafíos que calificó como los «más complicados» que ha tenido que afrontar la formación morada hasta la fecha, entre los que están seis elecciones y su construcción como organización.
Parece que en esta andadura ya les han hecho ver la luz...y como a Saulo de Tarso, cayendo del caballo en el camino a Damasco, han visto el resplandor de la verdad...y es que el Poder no está en quien lo representa, sino en otras instancias superiores (suprapersonales), otros entramados que no están a la vista. El que lo representa en el Parlamento es un títere, un muñeco manejado por los dedos del dinero.
¿Verdad que se comprende, entonces, por qué hombres tan mediocres e insustanciales como los ya vistos siguen (y seguirán) en el poder?