martes, 14 de agosto de 2012
La mirada
El verdadero lugar de nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente; mis primeras patrias fueron los libros. (....) La palabra escrita me enseñó a escuchar la voz humana, un poco como las grandes actitudes inmóviles de las estatuas me enseñaron a apreciar los gestos. En cambio, y posteriormente, la vida me aclaró los libros.
Margueritte Yourcenar
Que proceda del cielo o del infierno. Qué importa,
¡oh, Belleza¡ ¡monstruo enorme, horroroso, ingenuo¡
Si tu mirada, tu sonrisa, tu pie me abre la puerta
de un infinito que amo y jamás he conocido.
Baudelaire
Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante en el paraíso.
Jorge Luis Borges
lunes, 6 de agosto de 2012
Te invito a un trago si te limpias la sangre de la boca
Me fascina verlos discutir. Los dos son pareja y son mis amigos. Son el no va más. No se entienden...pero se entienden...yo ya me entiendo. Llevan con la misma conversación, cantinela, dice él, inacabada más de seis años. ¡Y no se cansan¡ Sinceramente, yo creo que es una estrategia de él para sacar a flote el lado oscuro de ella...Y ella dice que él le pone de los nervios. Creo que están hechos el uno para el otro.
Esta es más o menos la conversación que empiezan y nunca terminan desde hace más de seis años: ¡Escuchen¡
Ella--No me comprendes.
Él--Es que tienes la puta manía de pretender que te entienda cuando no sé de qué coño me estás hablando.
Ella--Ya, y por eso respondes por responder, al tuntún.
Él--Mira, no me jodas, estoy hasta los cojones de estos diálogos absurdos.
Ella--¿Sí? Pues la culpa es tuya. Nunca concretas nada. Tus conversaciones siempre van intercaladas de silencios, de hilos colgantes, de escenas cortadas...
Él--¡Ya estamos¡ No empieces con tu verborrea absurda, con ese tono literario, con esa pretensión de querer hacerte la erudita. A mi no me engañas.
Ella--¡Vete a la mierda¡
Él--¿Ves? Cuando no sabes que decir recurres al insulto.
Ella--¡Que te calles¡ Que no quiero seguir con este rollo tuyo.
Él--Vale. Pero que sepas que lo tuyo es estar dando siempre por saco.
Ella--Y dale...¿Tú eres imbécil o qué?
Él--Mira, que te den.
Portazo estrepitoso.
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