Cada año cuando comienza la primavera, mi cuerpo florece y se abre a la vida, a los recuerdos, a las sensaciones...La vida pasea por mi piel como un soplo...y en ésta época es como si una mano invisible me diera un manotazo y descolocara todas mis piezas...en el sentido de la existencia; ese "existencialismo" de la esencia y la existencia. Es la brisa tenue, cargada de vida con multiplicidad de colores.
Las cerezas:
Flores exquisitas blancas.
Fruto delicioso rojo como el vino y la sangre...
Texturas con alusiones bíblicas...
Locura, en suma.
Como ese protagonista de Moby Dick, Ahab, con su lucha sin sentido, rodeado de escenarios infernales, negros como la lúgubre noche, iluminados otras veces por ese Fuego de San Telmo cegador y fantasmagórico...Luces y sombras del ser humano "tanto todo para nada"...
"¡Me río de ti, ballena que ríe¡...¡Me río de ti, sonriente ballena¡..¡Oh, oh,oh, oh, tú riente ballena¡ ¡Pronto habrá mucho que trasegar¡ ¿Por qué no vuelas, oh, Ahab? En cuanto a mi, y con este objeto, tiro fuera los zapatos y la zamarra. Prefiero morir en calzoncillos. ¡Muerte sumamente salobre y fangosa, sin embargo¡ ¡Cerezas¡ ¡Cerezas¡ ¡Cerezas¡ ¡Oh Flask, lo que daría por una sola cereza roja antes de morir¡...
Y luego todo se hundió...
"Y sólo yo escapé para contártelo".