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Es preciso llevar algún caos dentro de sí para poder engendrar estrellas danzarinas. Nietzsche.

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No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, desde luego. Pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría. Hermann Hesse.

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¡¡Déjame con la boca abierta!!

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Si la personalidad humana no adquiere toda su fuerza, toda su potencia, entre las cuales lo lúdico y lo erótico son pulsiones fundamentales, ninguna revolución va a cumplir su camino. Julio Cortázar

lunes, 30 de junio de 2014

Un accidente


A veces el Tiempo desobedece las reglas que hemos inventado para él. El testigo de un accidente de tráfico experimenta el tiempo  de forma muy peculiar. Escucha el chirrido prolongado del frenazo y un grito interminable mientras que una bicicleta choca contra un automóvil. El ciclista sale volando por los aires y parece flotar y dar vueltas por encima del coche antes de atravesar el parabrisas, destrozándolo. El peatón se encuentra de pronto volviéndose lentamente para telefonear a una ambulancia. Las estridentes luces azules tardan siglos en llegar, pero finalmente el médico de urgencias diagnostica  que tanto el ciclista como el conductor están arañados aunque ilesos, y el peatón se da cuenta de que toda esta compleja coreografía a cámara lenta se ha completado en tan sólo unos segundos: el conductor y el ciclista ilesos, la ambulancia que llega, el parabrisas destrozado, el ciclista por los aires, una bicicleta que choca contra un automóvil, el chirrido del frenazo, el grito estrepitoso y el peatón llamando por teléfono.

Así esta mañana mis ojos atónitos han contemplado una secuencia en la que el tiempo ha quedado frenado, detenido. Un accidente en uno de esos momentos en los que algo raro le pasa al tiempo, mostrando anticipadamente lo que aún no ha sucedido… y nos hemos llenado de “algo” que no conocíamos del Tiempo, ese tramposo desconocido que si nos anticipamos a él nos cambia las reglas del juego.


domingo, 22 de junio de 2014

De un gallinero no sale un ave fénix


Ahora la noche es diferente para el rey.
Ahora la noche esconde y revela.
La noche encubre más y,  al mismo tiempo, se vuelve más peligrosa. Ahora la noche es una noche diferente. Y no sólo ha cambiado la noche, sino que también el balcón se ha trasformado en otro extraño. La noche es diferente para el rey porque las apuestas de la noche se han elevado repentinamente. Y ahora el balcón puede ser más protector, o más frustrante, o más tonto, quizás más importante y más trascendente… ahora el rey no sabe si tocarlo o rechazarlo; cómo inclinarse en él, o tal vez  sentarse y esconderse.(1)

En los ensayos del teatro se suele recordar un viejo adagio teatral, el cual dice que no puedes interpretar al rey: es la corte la que debe hacer ver que eres el rey. Si el rey no cree que la corte le ve como rey, entonces el actor tendrá que andar “haciendo” de rey.  Y si el actor no cree que la corte le ve como rey, entonces no será lo bastante libre para interpretar su papel. (2)

¿Y el papel de la reina consorte? Ahora hay mucho más en juego para la reina. Hay que saber si se ruboriza o no, si siente el viento frío en las mejillas, si el aire es más difícil de respirar. Ahora todo cambia para ella. Hasta en la intimidad de sus aposentos… quizás el rey quiera seguir viendo a una mujercita enfadada… o quizás a la chica inteligente de siempre, o, tal vez, a una reina de pasarela.

Si lo hacen bien ya no les permitirán jugar con los cambios. Ahora se verán moldeados por su espacio, igual que la costa es esculpida por el viento y por el mar. El acantilado no decide su forma, son los golpes del cincel del mar y del viento… naturaleza que va a su ritmo y te puede dejar tirado en la resaca…

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(1) En este pequeño fragmento de texto hay ocho noches… no es una oferta de hoteles, tampoco una cacofonía; es un ocho que si lo tumbamos representa a lo infinito. Porque también hay monarquías que parecen infinitas. Así que mejor no tumbar al ocho.

(2) Aquí aparece seis veces la palabra rey, que se puede traducir como “seis  Felipes” o… Felipe VI.

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Ahora un poco de circo para olvidar la tragedia: la casta-fauna.



lunes, 16 de junio de 2014

Los ojos de la máscara


Si nos ponemos una máscara. Si nos tapamos el rostro con una máscara, no es una paradoja que parezcamos otra persona. Porque la máscara nos aporta otra (Más) cara. Y seguimos siendo una persona, porque con máscara o sin ella somos nosotros mismos pero enmascarados. “Phersu” era el término etrusco para definir a un hombre enmascarado, la palabra evolucionó  entre los romanos a “persona”, que significa máscara. Finalmente, el término se convierte en person en inglés moderno. Es muy desconcertante que máscara, actor y persona puedan ser la misma palabra.

La persona enmascarada ve el mundo a través de los ojos de la máscara. Pero tanto para un actor como para un escritor, la máscara es algo excelente…
Para el actor puede destruir la timidez. Para el escritor, la máscara silencia la identidad personal. Es más, la máscara permite al escritor hacer cosas prohibidas: no será culpa del escritor, sino de la máscara…



domingo, 8 de junio de 2014

…un ruido de granos lleno de saco…


Hoy comienzo este post partiéndome de la risa.

Y si me da la risa es porque no es habitual en mi hablar de una persona de forma tan directa. Se trata de un seguidor de éste blog. Él podría habérmelo dicho de forma abierta, para que todos lo leyeran. Pero no. Ha preferido decírmelo “a la cara”. Y si ahora le estoy contestando, no es porque quiera eludirle. Ya le he contestado en privado. Pero su réplica ha sido aún más patética. Si él quiere, puede volver a la carga, en abierto. Por mi no hay problema.

Pero para que vea que no le guardo rencor, éste post es para él. Con el permiso de todos ustedes, porque de verdad que me apetece darle a este asunto otra vuelta de tuerca…


…un ruido de saco lleno de granos…

Zenón
El rey de la paradoja

Por sus argumentos dialécticos dirigidos precisamente contra la concepción dialéctica de la realidad y basados en la defensa de la demostración de lo absurdo, fingiendo aceptar los puntos de vista del sentido común sobre la realidad y multiplicidad de las cosas, destacó en argumentos contradictorios de una agudeza increíble sobre la lógica:

“Al caer al suelo un saco de granos no puede producir ruido alguno porque no lo produce cada uno de los granos al caer separadamente”
“no puede” producir ruido alguno
Porque “no” lo produce al caer uno a uno.

A los lógicos contemporáneos estas aseveraciones les daba mucho que pensar, como aquellos argumentos sobre la fragmentación del movimiento, el más famoso de los cuales; el de Aquiles y la tortuga.

Los griegos se interesaron en la discusión de las “aporías” (paradojas). En lógica destaca la llamada “del mentiroso” o “del cretense” (que no cretino). Su formulación correcta es: “En éste momento estoy mintiendo”. Formulación más correcta: “el comunicado p es falso”, donde p es el enunciado: “el comunicado p es falso”. La paradoja surge de que el enunciado se refería a sí mismo con la atribución de falsedad, autorreferencia que es característica de muchas paradojas denominadas “semánticas”, “lingüísticas”, para diferenciarlas de las matemáticas, sin que exista una diferencia clara entre ambos tipos. Las paradojas de autorreferencia preocuparon desde la antigüedad y la primera solución general fue dada por Tarski en 1936, con la distinción entre “lenguaje objeto” y “metalenguaje”: en un lenguaje convenientemente formalizado, la referencia a sus enunciados sólo es posible mediante un metalenguaje. Porque todas las paradojas, sobre todo las zenonianas, sólo pueden resolverse utilizando la noción de serie infinita del cálculo infinitesimal…

¡Cálculo infinitesimal!

Y…
… no tengo más que decir…¡Ah! sí, tan sólo una cosita más: Y es que me gusta escribir para mentes despejadas…


martes, 3 de junio de 2014

Modestia aparte


Seguramente que muchos de los que me leen a menudo, estarán pensando que cuando les hablo de mis amigos estoy interpretando un papel. Y, sinceramente, no pretendo hacer arte cuando les cuento las cosas. No es fácil escribir… o interpretar sobre lo que sea. Por eso hablar de actuación es complicado, ya que la expresión “hablar sobre” tiende a hacernos generalizar, y la generalización esconde la excepcionalidad de las cosas.

También a veces se me presenta un problema con el vocabulario. Y aflora a mis labios una sonrisa cuando escribo las palabras “contar” y “actuar”. Y es que si nos paramos a pensarlo bien esas son palabras que están muy devaluadas. Por ejemplo, a menudo decimos que la gente está actuando cuando queremos decir que mienten sobre sí misma. La palabra “actuar” se usa a menudo como sinónimo de “mentir”. Platón aseguraba que no había diferencia entre actuar y mentir, y a veces condenaba con rotundidad el teatro.

“La paradoja del comediante” de Diderot cuestiona cómo podemos hablar de la verdad en la interpretación, cuando su naturaleza misma es la mentira. Y sin embargo, aquí puedo contar las cosas más verdaderas dándoles ese barniz de misterio… porque misterio es la parte más intrínseca del lenguaje. En la tradición de la lógica-matemática y la filosofía de lenguaje se inserta el “Tractatus logico-philosophicus” de Ludwig Wittgenstein, cuya tesis fundamental es la estrecha vinculación entre el lenguaje y el mundo. Donde el autor señala «los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo». 

Así que aunque queramos decir la verdad, no podemos decirla cabalmente, porque nuestras palabras son herramientas torpes para expresar algo; esa verdad que quizás exista pero que no podemos definir con palabras. De hecho, cuanto más sentimos, más inútiles serán las palabras que encontremos para expresarnos. Lo más fácil será evitar los rodeos, los circunloquios dicho ya en la geometría del lenguaje. No soy una experta, pero aseguraría que “me dejo” entender. Mi intuición me dice que escribir con naturalidad y de forma entendible, eso, también es literatura.