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Es preciso llevar algún caos dentro de sí para poder engendrar estrellas danzarinas. Nietzsche.

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No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, desde luego. Pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría. Hermann Hesse.

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¡¡Déjame con la boca abierta!!

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Si la personalidad humana no adquiere toda su fuerza, toda su potencia, entre las cuales lo lúdico y lo erótico son pulsiones fundamentales, ninguna revolución va a cumplir su camino. Julio Cortázar

martes, 26 de marzo de 2013

El silencio


El silencio, ¿un mutismo?
¿Musita el horizonte
o tu propio interior?

Griterío ese árbol
de la caoba, ¿harina
o tu propio interior?

Lo salvaje, ¿esos tigres
en oasis? ¿dormidos?
¿o tu propio interior?

Te escuchas...¡tan lejano¡...
¿eres tú lejanía
o tu propio interior?

Francisco Pino





miércoles, 20 de marzo de 2013

El desengaño


...la muchacha colocó su pie izquierdo sobre el derecho de Siddharta, e hizo el ademán que hace la mujer cuando invita al hombre al placer sensual que los libros llaman "la subida al árbol".
Siddharta sintió cómo se le caldeaba la sangre y en aquel instante recordó el sueño. Se inclinó un poco hacia la mujer y besó con los labios el botón oscuro de su pecho. Luego levantó la mirada, vio que la joven le sonreía con con vivo anhelo, y con los ojos le suplicaba.
También Siddharta sintió el deseo y notó cómo en su interior se despertaba el sexo: nunca había tocado a una mujer. Dudó un momento, a pesar de que sus manos ya estaban dispuestas a tomarla. Y en aquel mismo instante, escuchó estremecido la voz de su interior; y la voz dijo que no. Entonces desapareció el encanto del rostro de la joven, Siddharta tan sólo veía la húmeda mirada de una joven muy apasionada. Afectuosamente pasó la mano por su mejilla y se separó de la muchacha. Con pasos ligeros desapareció por el bosque de bambú, dejando atrás a la joven desengañada.

Siddharta
Hermann Hesse





sábado, 16 de marzo de 2013

Cordura


Anoche tuve un sueño.

Soñé que estaba loca. Me vinieron a buscar y me llevaron al matadero. No estaba asustada, porque en un sueño el comienzo de lo terrible resulta bello, emocionante. Lo percibía como un goce sensible al tratar de desenroscar un mal entendido, me veía a mi misma desnuda y desvelada...sabía que no era verdad que me llevaban al matadero...no lo de que estaba loca.

Al despertar tuve la plena conciencia de por qué había soñado lo que había soñado: Antes de acostarme había llegado a la conclusión de que estaba llena de cordura. Así que el subconsciente me dio un toque de alarma...no es cordura alejar expectativas de peculiares placeres en ciertas ceremonias festivas, y en cierto modo, la fiesta era la ocasión para seducir al prometido de mi mejor amiga. Sin embargo...quise ponerme a salvo y, autoinfligiéndome la prohibición de mirarlo, no quise cobrarme la pieza olvidando tabúes que hubiesen levantado numerosos y puntillosos comentarios...aunque en ocasiones, doy por sentado, que en ciertas fiestas, se suelen violar colectivamente las prohibiciones, y el único castigo que traen consigo es el restablecimiento, tras la fiesta, de las habituales relaciones para que todo siga su curso...

 
  

miércoles, 13 de marzo de 2013

¿Quid est veritas?


La verdad...
Hay quien compara a la verdad con el más evidente de los axiomas. Dicen que es trasparente, radical, que la verdad es como un dios categórico, eterno...Que la verdad no da concesiones, que es clara, que es directa.
Todo eso se dice de la verdad.

Pero la verdad no es tan pura. A veces es camaleónica, y se deja vestir con una avalancha de adjetivos dudosos...que la transforman y la hacen escurridiza, desleal, casquivana. La verdad se deja manipular y sobornar. A veces desea tener dueño y ser leal, y otras, ardiente, libre y deshonesta. Y cuando se pone chula es muy capaz de ser insaciable de víctimas humanas...

La verdad es como una percha vacía que se puede vestir de mil maneras. Se la puede adornar con palabras de oropel...y alejándose estrictamente de lo que ella representa, digámoslo alto y claro: la Verdad es una puta que se vende por dinero. Quien la pagó lo sabe.

domingo, 10 de marzo de 2013

Costuras e imperfecciones...


La ética de la justicia.

A los Medios de Comunicación.

Hacer depender  la justicia de las convenciones humanas es destruir la moral.
Cicerón

Quien tiene la íntima substancia, también tiene palabras; quien tiene palabras, no siempre tiene también la íntima substancia.
Confucio

Sólo después de instituida la ley se puede hablar de "justicia" y de "injusticia".
Friedrich Nietzsche

Es mejor arriesgarse a salvar a un culpable que condenar a un inocente.
Voltaire

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En la Administración  de Justicia, una de las reglas  más básicas  para las resoluciones judiciales, es el respeto al ritual. Es lo más importante. Sin esa solemnidad no funciona  el Estado  de derecho.

Los abogados que no tengan en cuenta ese protocolo ante los tribunales, tienen muy pocos resultados positivos. En ese mundo protocolario donde hay que enfrentarse  a los estrados y las togas, un comportamiento que no sea respetuoso es totalmente improcedente.

En una estadística del Consejo General del Poder  Judicial de 2009 aparecía  que en el 88% de los ciudadanos se habían quejado porque querían una justicia más atenta, educada y respetuosa. Así que según el punto de vista del ciudadano, esa falta de atención dista  bastante de lo que tendría que ser, ya que últimamente se está olvidando ese formalismo. La urbanidad, las formas, se han deteriorado en general, y esto es grave, ya que el Poder Judicial es uno de los pilares del Estado de derecho, y la falta de dignidad de la institución provoca que los ciudadanos no sepan a qué atenerse.


Se cuenta la anécdota de un juez que oyó voces  en la secretaría y salió de su despacho hecho un energúmeno mandando que se callaran  a las personas que alborotaban. Y una de esas personas  le espetó: "¡váyase usted a la mierda"!. Enjuiciado por ello, replicó que nunca hubiera  pensado  que alguien con ese comportamiento fuera un señor juez. El respeto mutuo entre personas civilizadas es esencial, y más en un trabajo donde hay que impartir justicia.

A una joven mujer imputada por un asunto de drogas no le puede decir un juez, en las previas, con los pies encima de la mesa: "Oye, tía ¿sabes qué? Que te voy a mandar tres años al trullo". Y se han dado casos muy parecidos a esta falta de respeto.

Y en cuanto a los ciudadanos, los abogados suelen aconsejar a los imputados, comparecer con impecable traje gris o azul pero de tonos oscuros, camisa blanca, zapatos limpios ¡ah¡ ni gafas de sol, ni gorras, ni brazos en jarra, ni tuteos a los miembros del tribunal, y por supuesto, nada de chicles. Salvar el protocolo es lo esencial.

Y lo de que haya altos magistrados corruptos, eso ya es otra cuestión en la que hay que taparse la nariz y mirar para otro lado. Y sobre todo, que nadie se atreva a decir  que "¡la justicia es un cachondeo!".


miércoles, 6 de marzo de 2013

El baúl de los recuerdos...


El visitador

(Un cuento olvidado y hallado entre mis notas de niña)

Se armó la marimorena, la tremolina, aquello terminó como el rosario de la aurora. A María Antonia le dio como un algo malo. Se desmayó, y las vecinas solícitas la sujetaron. Fueron a buscar agua del Carmen, y entre tanto alboroto y sobresaltos llegó el marido. El portal repleto de vecinas y la escalera llena de cuchicheos, risas nerviosas y codazos, el marido de Maria Antonia empezó a palidecer, "se ha quedado de piedra", dijeron. Y de entre todos aquellos cuchicheos, una frase salió disparada por encima de las demás y los niños la oímos:

"Es un muchacho alto y delgado con cara de vicioso"

Y la niña del primero (que era una niña muy lista) nos explicó antes de que nos echaran de allí, que aquello quería decir  que el hombre aquel era un corredor de bicicletas...ella le había visto llegar en bici muchas veces...

Pero lo más importante era que María Antonia se moría, y con toda seguridad iría al cielo porque era muy buena, y porque todos los días iba a misa, y además era muy caritativa. Decían que el muchacho tenía necesidad y que algunas tardes se dejaba caer por allí, por si María Antonia pudiera echarle una manita...

Se corrió la voz de que la mujer del ciclista, del muchacho alto y delgado con cara de vicioso, iba en silla de ruedas. Se le habían estropeado las piernas a causa de la metralla de un obús caído del cielo y enterrado, por lo visto, en algún lugar del infierno. Jacinta se llamaba, y cobraba una pensión del Estado...cuando la niña del primero preguntaba a su abuela por las piernas de la madre del ciclista, del muchacho alto y delgado con cara de vicioso,, ésta le decía: "no, no, niña, que no es su madre, es su mujer".

La tarde del incidente, después de sus habituales rezos, a María Antonia se le ocurrió una idea genial. Quería  obsequiar al muchacho con unas viandas y un tarrito de mermelada de fresas. Así que entraron al cuartito donde estaba la alacena, para buscar el tarrito porque era de lo más exquisito y no lo tenía a la vista ya que María Antonia lo guardaba para ocasiones especiales...y tan a gusto estaban en la búsqueda del tarrito que se les fue el santo al cielo.

Jugaban al escondite cuando la guapa y joven sobrina de Jacinta los encontró. El muchacho alto y delgado con cara de vicioso, sólo acertó a articular estas palabras: "¡Esto no es lo que parece!".

Y en el preciso momento en que las vecinas iban poniendo al corriente  al marido de Maria Antonia,, éste se cayó del guindo, eso es lo que dijo doña Clara, la vecina del tercero. Pero lo que el marido pensó y lo dijo en voz alta era que todo el barrio estaba al cabo de la calle mientras que él había estado en la inopia...¡no podía dar crédito, su mujer tan católica y hacendosa¡...¡Sólo le quedaba el consuelo de que tan ingrata y pecadora mujer ardería en los infiernos¡...Se pasó los dedos por su calva sudorosa, los escasos cabellos de los laterales caían lacios, él, un hombre ultrajado, Dios mio, se cubrió la frente con las dos manos ¿qué cielo podría acogerle en tan lamentable estado...?



domingo, 3 de marzo de 2013

¿Adónde va el amor?


Los suspiros son aire, y van al aire.
Las lágrimas son agua, y van al mar.
Dime, mujer: cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?

Gustavo Adolfo Bécquer


La vida de cualquier poeta se asemeja a la de un brillante con sus múltiples facetas...por ello no resulta grotesco que un poeta que tanto cantó al amor, lo hayamos visto reproducido, como efigie, en el anverso de un billete de "veinte duros"...


Y más cuando Bécquer saca a relucir el billete de Banco, como muestra del prosaico materialismo de la época, cuando en su rima VII dice así:

Voy contra mi interés al confesarlo;
Pero yo, amada mía,
pienso, cual tú, que una oda sólo es buena
de un billete del Banco al dorso escrita.
No faltará algún necio que al oírlo
se haga cruces y diga:
"Mujer, al fin, del siglo diecinueve,
material y prosaica..." ¡Bobería!
¡Voces que hacen correr cuatro poetas
que en invierno se embozan con la lira!
¡Ladridos de los perros a la luna!
Tú sabes y yo sé que en esta vida,
con genio, es muy contado quien la escriba;
y con oro, cualquiera hace poesía."